A pesar de sus promesas de cambio, el oficialismo cae en los viejos errores, condenando al sistema ferroviario a la decadencia. Las inconsistencias de un modelo basado en muchas palabras pero pocos hechos
Por Rafael Tossi
Muchas veces en las sobremesas familiares suele salir la discusión sobre qué es lo que aquellos patriotas que forjaron la Patria en los albores del siglo XIX pensarían acerca de la Argentina de hoy, un país donde millones de personas pasan hambre y viven en la miseria, y donde las políticas de Estado parecen ser una utopía, de la mano de una clase dirigente que piensa en la inmediatez y no en el futuro a largo plazo.
Un ejemplo cabal de esta situación se vive con el sistema ferroviario nacional, donde el oficialismo a través del ministro Guillermo Dietrich aduce estar llevando adelante la mayor transformación en los ferrocarriles de los últimos 50 años, chocando de esa manera contra una realidad que le estampa una fuerte cachetada por la debacle que sufren los trenes en el país.
Lejos de aquel esplendor que supo vivir a fines de los años ’40 y ’50, cuando hubo casi 100.000 kilómetros de vías que unían a la Argentina a lo largo y ancho de su territorio, ha pasado a un panorama hoy en día donde lo que brilla es la desolación y la desidia de un Estado ausente y desprovisto de los recursos para volver a poner al ferrocarril en el lugar que supo tener y que perdió hace décadas.
Una de las cuestiones claves por estas horas pasa por el enorme negociado que se viene haciendo con la venta de la chatarra ferroviaria a través de la empresa Trenes Argentinos Infraestructura (TAI), que ha subastado gran cantidad de toneladas de material ferroso, durmientes postes, durmientes leña, rieles y otros materiales, que han significado suculentas ganancias para empresarios amigos del poder, y una enorme pérdida para los recursos nacionales.
Desde el gobierno se sostiene que esta situación se hace para poder despejar terrenos ferroviarios en desuso y ponerlos en acción para el desarrollo de diferentes actividades. Lo que nadie dice es que detrás de todo esto se esconden intereses inmobiliarios que buscan hacerse con terrenos céntricos en las mejores zonas de las grandes ciudades de la Argentina, que le reportarán cientos de millones de pesos de ganancias y que magnificarán aún más el desastre que se viene ejecutando del sistema ferroviario nacional.
Los beneficiarios de esta política han sido todos empresarios amigos del poder, como son los casos de la desarrolladora inmobiliaria de Moisés Khafif, constructor de las torres Le Parc; el grupo IRSA, de Eduardo Elsztain, de fuertes vinculaciones con el PRO; Consultatio Asset Management, de Eduardo Costantini, o las empresas pertenecientes a Luis Carlos Cerolini, exdirector del Banco Macro; todas ellas que se hicieron con terrenos que fueron vendidos tras desguasarlos con la venta de chatarra ferroviaria para despejar el camino abierto a la especulación inmobiliaria.
En declive
La venta de chatarra ferroviaria dispuesta por el Gobierno nacional a lo largo de los últimos tiene como eje “poner en valor” terrenos ferroviarios que sean útiles a la operación y en la planificación de obras, de generar recursos para invertir en más obras, situación que por el momento no se ha visto, sino que por el contrario sigue tan estática como en la época de Florencio Randazzo.
En diálogo con Pulso Noticias, el profesor y creador del Proyecto Tren Para Todos, Leonardo Rico, señaló que “todo lo que viene haciendo Dietrich desde el Ministerio de Transporte es un verso para ser comprado por los medios amigos. En la realidad lo que se venden como grandes obras son negocios que ocultan detrás otros motivos, como sucede con el caso de la chatarra ferroviaria que sirve para que amigos del poder se queden con grandes terrenos ferroviarios para efectuar magníficos negocios inmobiliarios”.
Para el investigador ferroviario, “lamentablemente tenemos desde el menemismo una fragmentación total del sistema que las nuevas autoridades, en vez de frenar, apuntan a profundizar. Nosotros creemos que lo que plantea Dietrich es un error. Esta política que se busca implementar es un retroceso importante, porque cuando en todo el mundo el ferrocarril está siendo favorecido para poder comunicar a todas las regiones, nosotros vamos en el sentido contrario”.
En ese sentido, dijo que “el ferrocarril se necesita para planificar la economía, se necesita para las economías regionales. Eliminarlo es una política negativa para el conjunto del país. Económicamente es un error y nos vamos a oponer como nos hemos venido oponiendo a todas las políticas de los últimos 40 años que han ido en detrimento del ferrocarril en nuestro país”.
“Con Macri parece que el crecimiento y fortalecimiento del ferrocarril va a seguir postergado, porque mientras no hay inversiones se va a seguir desguazando el sistema y la infraestructura que todavía tenemos en la Argentina”, resaltó Rico.
Después de tantos años de no tener una empresa como lo fue Ferrocarriles Argentinos, se ha perdido la capacidad de planificar a largo plazo por parte de las autoridades nacionales un servicio de ferrocarriles claro y para todos. Los negociados ocultos detrás de la venta de chatarra ferroviaria es un claro ejemplo de eso, que marca a las claras un declive que le costará a la Argentina décadas y mucho esfuerzo sortear con éxito.
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