Alejandro Bodart, primer precandidato a diputado nacional por la Provincia de Buenos Aires en la lista del MST dentro del Frente de Izquierda-Unidad, visitó la redacción de Pulso Noticias en el marco de las “Entrevistas en Piso”. Cómo se posiciona la Izquierda de cara a las PASO y cuáles serán sus prioridades en el Congreso
“Es falso cuando dicen que uno de joven es socialista y de izquierda, y que de grande se vuelve conservador. Yo sigo teniendo las mismas ganas de cambiar el mundo que tenía cuando era joven”, asegura Alejandro Bodart, sentado en la redacción de Pulso Noticias, listo para participar del ciclo “Entrevistas en Piso”.
En su recuerdo siempre está el comienzo de su militancia en su Córdoba natal, con apenas 16 años y en plena dictadura. También su decisión de mudarse a Buenos Aires, a principios de los 90’, para combatir activamente al menemismo desde las calles. Hoy, a los 58 años, como referente del Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), encabeza una de las dos listas de precandidatos a diputados nacionales por la Provincia de Buenos Aires que competirán en las elecciones primarias dentro del Frente de Izquierda y los Trabajadores- Unidad (FIT-U).
En esta nota, Bodart habla de todo: las prioridades de la Izquierda en la cámara baja, qué debe hacer para posicionarse como tercera fuerza a nivel nacional, las diferencias al interior del espacio, cómo capitalizar el desencanto de buena parte de la sociedad con la clase política y más.
Pulso Noticias: —¿Qué desafíos tiene la Izquierda en el Congreso? ¿Qué temas propone?
Alejandro Bodart: —Creemos que tenemos que ser la voz de los que no tienen voz en el Congreso y llevar propuestas para paliar la catástrofe social en la que nos encontramos. Gran plan de obras públicas para generar empleo; un plan de vivienda masivo para paliar el déficit habitacional; Rebaja de las horas de trabajo para que trabajen todos, sin rebaja salarial (como muchos están intentando hacer). Hoy la mayoría de los trabajadores está por debajo de la línea de pobreza. Ninguno de ellos tiene que ganar por debajo de los 70 mil pesos. ¿Cómo sacar los fondos necesarios para esto? Con impuestos permanentes a los ricos y suspensión de los pagos de la deuda externa. Es un bochorno que paguemos deuda con la catástrofe social que vivimos.
P.N.: —Personalmente, ¿cómo te encuentra esta elección, después de más de 30 años de militancia?
A.B.: —Si bien hace muchos años que milito, no hace tantos que me postulo como candidato. Es una decisión del último tiempo. En 2011 fui elegido legislador porteño y a partir de ahí empecé con este camino más electoral. Durante toda mi vida he peleado por terminar con la partidocracia tradicional y poner en pie una tercera alternativa. En esta oportunidad, acepté el desafío que me plantearon los compañeros porque creo que había que dar una batalla al interior del frente y mi experiencia puede servir para eso. La Izquierda está ante una oportunidad enorme, pero puede perderla si no se adapta ni evoluciona. Necesita cambiar algunos vicios para romper su techo.
P.N.: —¿Cuáles son esos vicios?
A.B.: —Hablo de ciertas prácticas sectarias, de querer cerrar, de miedo a abrir, que debemos combatir. Ciertos personalismos que impiden que se incorporen otras fuerzas. Si los candidatos son siempre los mismos es muy difícil que alguien encuentre un lugar. Esa es la principal diferencia que existe al interior del Frente. Es un grave error no ampliar a otras fuerzas, como también creo que es desacertado lo que hacen el Nuevo MAS y Manuela (Castañeira) de ir por fuera cuando podría perfectamente venir al frente y plantear sus problemas acá. De hecho, coincidimos en muchas cosas con ellos. Hace falta abrirse a incorporar masivamente el descontento social que existe. Sobre todo, interpelar a esos votantes del Frente de Todos que muchas veces tienen su corazoncito de izquierda, pero nos ven como una cosa más testimonial. Tenemos que demostrar que no, que lo nuestro es serio y que queremos disputar poder real.
P.N.: —¿Cómo puede la Izquierda atraer a esa porción del electorado?
A.B.: —La izquierda debe tomar los problemas concretos de la gente; no solo hablar generalidades. Bajar a tierra propuestas perfectamente practicables. Necesitamos, por ejemplo, recuperar un astillero 100% estatal. Eso daría trabajo. El debate de las seis horas es algo que nosotros estamos impulsando. Hay que explicar a la gente cómo eso permitiría que un millón y medio de pobres entren al mercado laboral; o cómo terminar con la violencia de género. Si hubiera -como se recomienda a nivel internacional- una casa refugio cada 10 mil habitantes, todas las mujeres que sufren violencia en el hogar tendrían un lugar a donde ir. Se habla mucho, pero no se invierte nada.
P.N.: —¿Es posible que el FIT-U sea efectivamente la tercera fuerza a nivel nacional?
A.B.: —Hay sectores de poder que trabajan sobre el desánimo de la gente para que diga “La política es mala” y por esa vía no participe. Nosotros tenemos que hacer una fuerte campaña diciéndole lo contrario: es posible cambiar las cosas. Algunos jóvenes ven una salida con los Espert o los Milei. De nuevo no tienen nada: es volver al pasado. Gente que niega la dictadura, los derechos de las compañeras, el cambio climático, etc. Es tal la descomposición del régimen político actual, el desengaño que existe, que estas expresiones toman forma. Y para contrarrestar eso hace falta una izquierda cada vez más fuerte. Que la renovación venga por la izquierda, no por la derecha, porque sino estaremos en problemas.
P.N.: —Una de las ideas en la que insistís es la de “transformar al frente en un movimiento”. ¿A qué te referís con eso?
A.B.: —Me refiero a que el independiente de izquierda tenga un lugar. Hoy, solo por los partidos podes presentar candidatos u organizarte dentro del Frente. Es muy electoral. Queremos que eso cambie, que se transforme en un movimiento permanente donde haya corrientes internas, donde los independientes que no coinciden con ningún partido puedan organizar una lista y participar de los debates. De izquierda, pero no partidarios.
P.N.: —¿Qué opinión tenes del festejo de cumpleaños de la Primera Dama en Olivos?
A.B.: —Muestra un poco lo que es la clase política actual. Sin política no se pueden cambiar las cosas, pero episodios como estos la degradan y hace que a todos nos metan en la misma bolsa. ¿Qué imagen le das a la gente? Si el presidente te dice que hay que hacer una cosa y hace otra. Además, miente, porque cuando arrancó todo lo de la foto dijo que era trucada. O sea, que es un mentiroso. Pero son más los mentirosos. Son mentirosos los que le dicen a la gente que se puede pagar la deuda y solucionar los problemas; son mentirosos los que dicen que no hay solución para la pobreza si naciste pobre.
P.N.: —¿Crees que la clase política está totalmente desapegada de lo que siente y necesita la sociedad?
A.B.: —No tiene nada que ver con la gente. Es más, no quiere tener nada que ver. Hay una casta que lo que busca es salvarse. Por eso vive en Puerto Madero o en residencias lujosas. Tenes el caso de Tolosa Paz y Garro, que viven en el mismo country. No viven en barrios populares. Si vos dirigís lo público, ¿cómo puede ser que no lo uses? Mayra Mendoza, hoy intendenta de Quilmes, se hizo muy conocida cuando la ex presidenta la fue a saludar a una de las clínicas más caras del país porque tenía una dolencia. Los trabajadores del Hospital de Quilmes le mandaron una carta: “¿Por qué no venís a atenderte al Hospital Público?” Claro, porque está inundado y se cae a pedazos. La gente tiene que ir a atenderse a ese hospital, no le queda otra. No puede ir a la mejor clínica, como Mendoza. Lo mismo pasa con las escuelas. Ningún dirigente manda a los hijos a la escuela pública; los mandan a los mejores colegios. Así es fácil hablar de la educación pública. Que la clase política sea como la gente y el que no quiere, que no se postule. Le hace un bien a la sociedad.
P.N.: —¿Cómo imaginas tu rol como diputado, en caso de ser electo? ¿A dónde apuntarán más tus intervenciones en la Cámara? ¿Algún proyecto que se pueda adelantar?
A.B.: —Acá nos gobierna una clase social minoritaria: los grandes empresarios, los ricos, los dueños reales del poder. Los que bancan las campañas para que después sus representantes terminen en las cámaras. Nosotros, por el contrario, representamos a la clase trabajadora. Es urgente un primer plan joven para dar trabajo a la juventud. Hoy, un millón y medio no trabajan ni estudian. Es fundamental una política de estado para volver a meter en el sistema educativo a la juventud; un aumento cualitativo de los presupuestos en salud, educación y vivienda; queremos meter en el debate la recuperación de las leyes laborales que se han ido perdiendo. Arrancando por el Estado, con todos sus contratos basura. El plan social es muy importante. De hecho, nosotros somos parte de las organizaciones que pelean para que haya asistencia. Pero, al mismo tiempo, queremos trabajo genuino. Terminar con esto de que el plan social es la única estrategia de vida de un sector cada vez mayor de la población. Para ello debemos recuperar el astillero, las fábricas. Queremos terminar con el monopolio de las cinco empresas que controlan el comercio exterior. Hay que tocar intereses y somos los únicos capaces de hacerlo.
P.N.: —La Izquierda pide impuestos permanentes y progresivos a los ricos. Sin embargo, en noviembre, se abstuvo de votar el aporte de las grandes fortunas. ¿Qué opinión tenes de esa decisión que tomó el espacio? ¿No hubiera sido mejor acompañar la propuesta y en todo caso después discutir hacer algo más progresivo?
A.B.: —Lo discutimos mucho y llegamos a la conclusión de que lo mejor era abstenernos porque, en primer lugar, nuestro voto no cambiaba la realidad de la votación. Segundo, porque se votó que un 25 % de lo que se iba a recaudar iba para fomentar la actividad del fracking, algo de lo que nosotros estamos en contra absolutamente. No es que el grueso de la plata era para paliar la situación de la pandemia. Una parte muy importante volvía a las empresas de otra forma. Y en tercer lugar, nos pareció que era correcto poner en debate que es insuficiente un aporte único. Acá hace falta que los ricos paguen siempre, no una vez. Es necesario crear conciencia en la sociedad de que es inmoral que los ricos acumulen y acumulen lo que nos falta a todos. Preferimos impulsar nuestro proyecto, que es mucho mejor que este. Nosotros le preguntamos al FDT ¿por qué no votaron nuestra propuesta? Se quedan sin palabras porque la esencia es que no quieren ir contra el capital y la concentración de la riqueza. Acá los ricos hacen lo que quieren.
P.N.: —Recientemente participaste de una audiencia pública en la que te expresaste en contra de la inminente exploración sísmica frente a la costa de Mar del Plata para la obtención de petróleo y gas natural ¿Qué opinas al respecto?
A.B.: —Una barbaridad que sigue en pie más allá de los gobiernos. Doscientos mil kilómetros cuadrados concesionó Macri a las empresas petroleras para que exploten en el mar argentino de manera totalmente violatoria del medio ambiente y destructiva para las economías regionales. Pero Alberto Fernández concesionó cien mil más. Vemos una continuidad, al igual que ocurre con la megaminería contaminante, el fracking y todas las explotaciones que solo son negocio para las empresas extranjeras. También está el tema de concesionar los ríos y vías navegables. Somos un país que ha entregado todo. De los 90 para acá no ha cambiado la matriz; al contrario, se sigue profundizando. Por eso tenemos los niveles de pobreza que tenemos. Lo que produce el país se acumula en un 1 % y lo que el Estado captura de renta vía retenciones e impuestos es para pagar la deuda externa. No queda nada para sacar a la gente de la pobreza, crear trabajo, crear industrias, etc.
P.N.: —Durante tu visita a la región, estuviste con vecinos de Berisso que luchan por la conservación de los humedales urbanos que allí existen. ¿Qué plantea la Izquierda en torno a este tema?
A.B.: —Apoyo totalmente la Ley de Humedales porque es indispensable protegerlos, cuidarlos. Nosotros somos ecosocialistas. Creemos que la defensa del medio ambiente es crucial porque no hay un planeta B y se está destruyendo. Es tremendo lo que pasa en los humedales del Río de la Plata o las sequías en el Paraná. Nada tiene que ver con la naturaleza. Es el hombre el que está destruyendo. Pero todo tiene que ver con todo: es por los negocios inmobiliarios en las ciudades, la sojización, la ganadería, etc. Hay que hacer actividades sustentables, que no sean destructivas para la naturaleza.
P.N.: —¿Guardas algún recuerdo o relación con la ciudad de La Plata o la región en general?
A.B.: —Tengo muy buenos recuerdos. A mí me tocó una época de mucha convulsión social. Vine a Buenos Aires en el 89’, después de la caída de Alfonsín y el surgimiento de Menem. Tengo muchos amigos de la seccional Tolosa de La Fraternidad con los que dimos una pelea muy fuerte contra la privatización. Recuerdo el primer “Ensenadazo”, que fue una conmoción tremenda porque desde aquel momento está la intención de privatizar el Astillero. Si aún no se privatizó es por la voluntad de los trabajadores. También por aquella época surgió la CICOP, sindicato que es un verdadero ejemplo en la defensa de sus trabajadores.
P.N.: —¿A qué te dedicas profesionalmente, por fuera de la política?
A.B.: —Estudié muchos años abogacía, pero no me recibí. Estudié algo de periodismo y ejerzo de hecho. Tengo una publicación internacional. Lo mío es el periodismo internacional. También trabajo en La Montaña, una pequeña editorial de literatura socialista pero un poco más amplia. Como a todos, la pandemia nos afectó mucho. Para incrementar las ventas, ahora estamos incursionando en lo digital.
P.N.: —¿Hobbies?
A.B.: —Aunque tengo poco tiempo para disfrutar, me encanta el cine. Considero que es uno de los artes más completos. En general, lo comercial no me atrae mucho, aunque soy bastante abierto. Disfruto lo que hace gente con la que no coincido ideológicamente, como Luis Brandoni, que me parece un gran actor. Creo que en el arte y en el deporte, las clases sociales se disuelven. Hay que tener un criterio amplio y no clasista. El arte es arte independientemente de quien lo ejerza. Lo mismo con el fútbol: si te gusta, no importa si el que hace un gol es un facho. También me gusta la literatura. Soy coleccionista de libros antiguos, en general relacionados con la política. Tuvimos una editorial en plena dictadura que se trasladó a Colombia, la Editorial Pluma, que armó una gran colección de novelas y literatura marxista. Fui a Colombia hace poco y estuve buscando hasta el último libro de la editorial. Estoy lleno de libros en casa.
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