Un “vivero experimental”, protección de semillas autóctonas, recuperación de un predio abandonado y un fuerte lugar de memoria. La historia de una fábrica de cal abandonada transformada en un proyecto político cultural, que hoy se ve amenazado por el hostigamiento y la amenaza de desalojo
Por Ramiro Laterza
El Bosquesito es un colectivo centralmente ambiental, así como espacio cultural y también lugar de memoria. El territorio donde está atraviesa una complejidad que refleja múltiples páginas de la historia y la cultura de La Plata. Además es un grupo dinámico en una intensa relación con el barrio José Hernández, en las calles 25 y 511.
Está emplazado en una parte del inmenso predio que quedó abandonado definitivamente en 1992 por la fábrica FASACAL, la “calera” que desde la década del 40′ producía cal a partir de la molienda y la calcinación con hornos de la piedra caliza extraída de la cantera que está a 200 metros.
Desde el momento en que el lugar quedó deshabitado hubo denuncias y múltiples pedidos por parte de los vecinos para que se pueda hacer algo: lo único que crecía era el basural y mucho pasto, plantas y árboles alrededor de los viejos hornos, paredes. Incluso tapando la vieja vía del tren: por allí pasaba el ramal a Brandsen nacido en 1883 y que funcionó hasta principios de los 80′.
En 2011 y ante el silencio del municipio, un grupo de activistas recuperaron un sector del lugar, en equilibrio con esa naturaleza; limpiaron, sembraron, debatieron y armaron el proyecto El Bosquesito. “Se recuperó un pulmón verde para proteger las semillas, resistiendo, generando lazos fuertes, a través del cuidado y el respeto mutuo”, expresaron a Pulso Noticias sus integrantes.
En asamblea y en articulación con el barrio, con otros centros culturales y con espacios ambientalistas de la ciudad, El Bosquesito se conformó como un nuevo proyecto colectivo. En un sector generaron los cajones para que las plantas pasen su ciclo completo y así generar un almacén de semillas autóctonas, la cosecha de productos agroecológicos, talleres de huerta y eventos culturales en general.
Se coordinó con la Cátedra de Soberanía Alimentaria de la UNLP, la huerta de Parque Saavedra, se formó parte del Encuentro de Red de Huertas Soberanas, con el Movimiento Agroecológico La Plata. También participaron de la Red Multicultural, donde se reúnen gran parte de los centros culturales de la ciudad. Colaboraron con comedores de la zona y denunciaron al municipio por los vuelcos ilegales de basuras en la histórica cantera del barrio.
“Las semillas que compartimos son cultivadas, cosechadas, limpiadas y almacenadas de forma totalmente artesanal, sin ningún uso de químicos y, en su mayoría, de plantas cultivadas por generaciones en las huertas de José Hernández”, agregaron en una entrevista en el lugar con este portal.
Encontrarse con la parte oscura
“No solo estamos resistiendo las semillas libres, también estamos queriendo recuperar la memoria que nos quieren arrancar”, introdujeron las militantes del vivero. Es que a mediados del año pasado, tras diversos encuentros con un vecino del lugar, se toparon con otra historia. Así desde El Bosquesito se acompañó una denuncia federal por delitos de lesa humanidad.
Tras décadas de silencio y luego de participar en juicios Por la Verdad, un hombre denunció que en tiempos de dictadura, represión y centros clandestinos de detención, en la fábrica FASACAL llegaban personas secuestradas y torturadas y se las quemaba en los hornos.
Tras la investigación, algunas de las primeras medidas de la Justicia fue resguardar todos los elementos de prueba en el lugar, evitando cualquier remoción o alteración del terreno y la intervención del Equipo Argentino de Antropología Forense. También se requirió información a la Comisión Provincial por la Memoria sobre la familia Larrán.
Un ambientalista conduciendo una topadora
Jorge Mario Larrán llegó a ser gerente general de la fábrica y también funcionario municipal: fue secretario de Gobierno de la intervención militar en la municipalidad de La Plata en 1976.
Su hijo, Germán Larrán, es quien desde los últimos años disputa el terreno con El Bosquesito. En 2016 y 2017 realizó denuncias por usurpación, en las que la Justicia dictó a favor de esta recuperación ambiental. En noviembre del 2018, Larrán hijo llegó al lugar con efectivos policiales y una topadora municipal para comenzar a desmontar la arboleda que se fue armando en el ingreso del predio. En cuestión de una hora, el amplio abanico de vecinos, organizaciones culturales y ambientalistas se plantaron en el lugar para impedir el desalojo del Bosquesito. A partir de allí se logró armar una Asociación Civil como forma de defender el proyecto colectivo, ante cualquier avance individual o privatista.
Lo curioso es que Larrán es Licenciado en Biología y es subsecretario de Gestión Ambiental del municipio: Hace 3 semanas, en una gacetilla municipal explicaba que “los vecinos van incorporando el criterio de separación y el concepto de reciclado, acostumbrándose que el papel seco y limpio va en bolsa verde”. Además es Consultor de medio ambiente del Ministerio de Transporte de Nación desde el 2014, especialista en Mitigación y Cambio Climático, ex director de Recursos Naturales del OPDS donde realizó un proyecto para “proteger los bosques platenses”. Ironías de la vida y de la política.
La protección ambiental discursiva no es la misma llevada a la práctica con este “vivero escuela” que se conformó en el lugar de manera autogestionada, generando la protección del pulmón verde de Hernández como un espacio público: “Aguardianamos el Bosque, no nos vamos a dejar pisar… por nuestra tierra, ella somos, cuidando la biodiversidad, no nos van a sacar”, expresaron y describieron que los plantines se producen “con semilla orgánicas cosechas del mismo bosque, producidas agroecológicamente buscando fortalecer las vías del autosustento y la soberanía alimentaria”.
Hostigamiento policial y pedido de ayuda
Luego de atravesar los duros años del macrismo en la ciudad, y tras un profundo proceso de “problematizar la violencia patriarcal, tanto explicita como implícita” es que al día de hoy el proyecto retomó el trabajo, motorizado por “un núcleo de compañeras que queremos cuidar y proteger tanto a las mujeres, las niñeces y las disidencias, para que el espacio sea habitado por todes”.
El pasado domingo 6 de Septiembre, cuando estaban realizando una jornada de limpieza de un nuevo basural que se generó en el ingreso, por la ignorancia de algunos vecinos, las activistas del proyecto recibieron otro fuerte momento de tensión con la policía.
En esa tarde se presentaron móviles policiales en 3 ocasiones seguidas. Primero alrededor de las 17hs, cuando los efectivos argüían que había una denuncia por usurpación y se retiraron luego de que los integrantes del Bosquesito les mostraran los papeles de la ONG. Un rato después llegó un patrullero y dos motos: “ya nos pedían nuestras identificaciones personales, bajo amenaza de llevarnos a la comisaría”, explicaron los activistas en referencia a la hostilidad del personal policial de la Sub Comisaría de Policía de José Hernández, que queda en 511 29 y 30 y fue fundada a fines del 2012 por Bruera y el entonces ministro de seguridad provincial Ricardo Casal.
En ese momento fue que -casualmente- pasó Germán Larrán por el lugar: “pidiéndole de manera violenta a la policía que nos saquen del espacio”, a lo que los efectivos apartaron al funcionario municipal, conversaron entre ellos hasta que se retiró en su auto particular hacia la comisaria de Hernández escoltado por un patrullero, mientras otros uniformados se quedaron en el lugar. Allí, denuncian desde el Bosquesito, se impidió que algunas de las personas que estaban colaborando en la jornada se puedan retirar del lugar.
En la tercer llegada de más patrulleros el mismo día, se las amenazó con llevarlas a la Subcomisaría, y ante la resistencia de las militantes territoriales, se retiraron con las identificaciones de dos compañeras.
Al día siguiente, tras una convocatoria por redes sociales, El Bosquesito recibió a Pulso Noticias y a diferentes espacios culturales en una asamblea abierta donde se expresó esta situación de “hostigamiento” y de “persecución”. Allí pidieron contención y apoyo para impedir un posible desalojo, ya sea policial o del funcionario municipal.
En un contexto de debate sobre la policía bonaerense, la toma de tierras por parte de vecinos y vecinas que buscan un techo para vivir, en tiempos de graves complicaciones para los espacios culturales, y ante la triste realidad ambiental de la región, hay que proteger a este tipo de proyectos libres.
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