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martes 19-08-2025

A 32 años sin saber dónde está Miguel Bru, hubo una vigilia en la Comisaría Novena

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El domingo se realizó la historia vigilia en la dependencia policial donde fue visto por última vez el joven de 23 años. El pacto (policial) de silencio sigue firme

Fotos: Gabriela Hernández (Asociación Miguel Bru)

Como todos los 17 de agosto, la esquina de 5 y 59 permaneció cortada por una bandera que decía: “¿Dónde está Miguel?”, y decenas de personas frente a la Comisaría 9°, donde fue visto por última vez el músico y estudiante de Periodismo de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). A 32 años del secuestro, torturas y desaparición seguida de muerte de Miguel Bru, su mamá Rosa, familiares, amigos y activistas reclamaron saber toda la verdad.

Durante la vigilia, hubo una radio abierta con familiares de víctimas de la represión policial, y referentes de derechos humanos, también hubo muestras y proyecciones. Además, en el marco de este aniversario y frente la situación crítica del país, recolectaron alimentos no perecederos para la Obra del Padre Cajade.

Rosa Bru, mamá de Miguel frente a la Comisaría Novena en la vigilia. Foto: Gabriela Hernández (Asociación Miguel Bru)

La jornada se desarrolló entre las 19 horas y las 2 a.m., la misma franja horaria en la que ingresaron a Miguel a dicha dependencia. Desde la Asociación Miguel Bru, que encabeza su mamá Rosa, se sostuvo: “La vigilia es un homenaje y una reafirmación de la lucha que sostenemos desde 1999, luego del juicio que condenó a los policías asesinos pero que no obtuvo ningún dato para encontrar a Miguel”.

¿QUÉ PASÓ CON MIGUEL?

La tarde del 17 de agosto de 1993 Miguel Bru estaba en la localidad de Bavio, partido de Magdalena, cuidando la casa de unos amigos. Esperaba a su novia Carolina, que pronto llegaría para acompañarlo. Cuando ella llegó, sin embargo, se encontró con que la casa estaba abierta. Entró. Preguntó por Miguel, lo llamó, pero no hubo respuesta. Ese día, efectivos de la Policía Bonaerense lo trasladaron a la Comisaría 9°, lo torturaron y hasta el día de hoy no se sabe dónde están sus restos.

Cuatro meses antes, el 13 de abril, un operativo policial encabezado por los oficiales de la comisaría 9ª de La Plata, Walter Abrigo y Justo José López, había allanado ilegalmente una casa tomada de calle 69, entre 1 y 115, donde Miguel y otros tres amigos vivían. Buscaban drogas. Revolvieron todo, pero no encontraron nada. Un par de días después, Bru denunció el accionar policial.

A partir de entonces, se sucedieron nuevos allanamientos ilegales, pese a que ninguno de los jóvenes tenía abierta una causa penal, o contaba con antecedentes. Durante el día, además, las recorridas intimidatorias de la policía por la cuadra eran una constante.

“Lo que los calentó realmente fue la denuncia de Miguel. El ofuscamiento era anterior, pero cuando él denunció los allanamientos se volvieron locos”, diría tiempo después Pablo Tulián, compañero de Bru en la Facultad de Periodismo.

En 1999, en un juicio oral y público, fueron condenados a prisión perpetua el exsubcomisario Walter Abrigo, quien murió en la cárcel; y el sargento Justo López, por el homicidio y desaparición; mientras que por encubrimiento fueron sentenciados el excomisario Domingo Ojeda y el exoficial Ramón Ceressetto.

Los funcionarios policiales prefieren mantener el pacto de silencio, al estilo de los genocidas, en vez de decir la verdad y alivianar una pequeña porción de justicia a la familia y amigos que siguen preguntando: ¿dónde está Miguel?

En estos 32 años se llevaron adelante más de 40 rastrillajes, sin ningún resultado positivo. El Gobierno de la Provincia de Buenos Aires ofrece una recompensa de hasta cinco millones de pesos a quien aporte información bajo reserva de identidad que permita encontrar su cuerpo. Su familia exige que cualquier persona que sepa algún dato, coopere para poder encontrarlo y así “cerrar una herida que sigue doliendo como el primer día”.

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