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jueves 25-04-2024

Astillero Río Santiago: crónica de una represión

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Lluvia de gases lacrimógenos, balas de goma y piedras. Un joven atropellado, otro al que le volaron dos dientes de un culatazo y varios heridos, algunas de las postales de este día negro en la ciudad

Por Ezequiel Franzino

“Pónganse del lado del pueblo, hijos de puta”, gritan algunos trabajadores del Astillero Río Santiago a los policías y bomberos que, con mangueras e itacas, esperan en el edificio de Gobernación, listos para reprimir. Del otro lado de la reja, sobre calle 6, más de dos mil personas reclaman de manera acalorada por la incertidumbre que viven en torno a su continuidad laboral. Son las 13.30 del martes 21 de agosto. Algunos manifestantes consiguen cortar las cadenas de las rejas de contención del edificio gubernamental y se desata una batalla campal que durará alrededor de dos horas.

Esto es un operativo planificado. Diferentes cordones policiales acorralan a los manifestantes y comienzan a disparar con balas de gomas y gases lacrimógenos. Algunos efectivos aparecen desde calle 6 y diagonal 79, otros desde Plaza San Martín, y otros desde calle 53. La acción consigue diseminar a los trabajadores de la fábrica ensenadense y a las diferentes organizaciones que acompañan el reclamo. La gente corre de manera desesperada. No tienen rumbo, sólo intentan resguardar su integridad física. Esto es una batalla campal y recién comienza.

En 7 y 49, los manifestantes tiran una lluvia de piedras a los policías que avanzan sin piedad. El fuego cesa por unos minutos, y los trabajadores del Astillero vuelven a avanzar hacia 7 y 50.

Un patrullero que circula hacia la concentración atropella a un joven. Desde el mismo patrullero, un oficial saca su pistola y le da un culatazo en la boca a otro manifestante. Le vuela dos dientes. Los que ven la secuencia se enervan y atacan el vehículo policial. Le saltan arriba, lo cascotean y agreden a los efectivos que están adentro. El auto sale despavorido. En 8 y 48, otros dos móviles, una camioneta de Gendarmería y otro patrullero de la Policía Local, son interceptados y cascoteados por los manifestantes.

La escena es apocalíptica: los comercios bajan las persianas, las personas caminan como zombis por la calle, aturdidos y enceguecidos por los gases lacrimógenos. Las personas ajenas al conflicto, con los ojos irritados y llenos de lágrimas, buscan refugio en las galerías de calle 8.

Hay un trabajador con la cabeza cubierta de sangre. Otro recibe un disparo en el ojo. Dos personas son trasladadas de urgencia. A uno lo llevan al Rossi y al otro al Hospital Gutiérrez. Entre la gente hay mucha bronca e indignación.

La multitud empieza a levantar las manos y a cantar el Himno Nacional Argentino. Una trompeta los sigue con los acordes. Muchos comen limón para evitar el ardor de los gases, o se colocan en la cara Milanta en polvo. Hay cinco detenidos: Villa, Gustavo; Romano, Luis Fernando; Nievas, Leonardo Daniel; Denis, Bilardo y Dubini, Mauro Emilio. Los llevan a la comisaría Primera y dicen que permanecerán allí hasta mañana.

Cerca de las 15.30 llega la calma. La Policía se retira y los trabajadores del Astillero vuelven a concentrarse en 7 y 50. En solidaridad, llegaron trabajadores de la Uocra y dicen que están viniendo del gremio de Camioneros. Oscar “Colo” de Isasi, secretario general de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) en la Provincia de Buenos Aires dice: “No fueron diez policías locos que querían salir a pegarle a la gente. Esto es una decisión política del gobierno de reprimir la protesta social en Argentina. Hay una ingeniería de la represión, que fue aleccionadora. Así y todo, vamos a lograr que el Astillero permanezca abierto y plenamente funcionando para la construcción de embarcaciones”.

Cerca de las 16, la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) organizó una conferencia de prensa en 7 y 49. Anunciaron que permanecerán en la calle hasta que liberen a los detenidos, y que mañana estarán de paro. En repudio a la represión y en solidaridad con los trabajadores de esta fábrica que emplea a 3.309 familias, los docentes también adherirán.

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