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jueves 28-03-2024

Relatan cómo Etchecolatz y Camps planeaban llevarse hijos de un secuestrado

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Fue el 30 de abril de 1977 cuando ingresaron a la casa de “Cacho” Borzi para su secuestro y expresaron la posibilidad de llevarse a alguno de sus 3 hijos, pero que el médico Juan Antonio Bergés les dijo que “eran demasiado grandes”. El relato fue contado por Norberto, hermano de Cacho, aún desaparecido. Fue en el juicio por los crímenes en Brigada de Banfield, Quilmes y Lanús

En la jornada número 42 del juicio de lesa humanidad que se lleva a cabo de manera virtual por los crímenes acontecidos en las Brigadas de Quilmes, Lanús y Banfield, que se realizó el pasado martes 28/9, el hermano de un desaparecido contó cómo los genocidas planearon llevarse a los hijos del secuestrado.

Se trató del testimonio que cerró la jornada, que fue el de Norberto Borzi, hermano del trabajador secuestrado y desaparecido Oscar Isidro “Cacho” Borzi. Previamente había declarado Silvia Cavecchia, por Miguel Ángel Calvo y Yamil Robert, hermano de Norma Robert. Calvo, Borzi y Robert son casos en este juicio por haber estado en El Infierno, la Brigada de Lanús en Avellaneda.

Norberto, frente a la cámara de Zoom que refleja la manera virtual en la que se llevan adelante hoy en día este juicio, explicó que su hermano “Cacho” fue secuestrado el 30 de abril del 77 en la casa donde vivía con su familia: su esposa Ada y sus 3 hijos que en ese momento tenían 6, 5 y 3 años.

La familia Borzi

A través de lo que contaron su cuñada y sus sobrinos él pudo describir lo que sucedió esa madrugada a las 2 am cuando unas 7 personas de civil armadas que se identificaron como “fuerzas conjuntas del ejército y policía” lastimaron a “Cacho” y también empujaron a uno de sus hijos, para luego esperar varias horas en el lugar la llegada de un jefe que les diga qué hacer con Borzi.

El operativo duró desde las 2 de la mañana hasta las 7 de la tarde del 31 de abril, y allí obligaron a Ada a cocinar, mientras siguieron golpeando y torturando a Cacho, y donde se robaron cosas de valor de la casa.

“Los chicos me contaron todo esto en detalle”, explicó Norberto a los jueces, querellantes y defensores en la sala de Zoom. Los 3 hijos en su medida recordaban que los secuestradores esperaban la llegada del jefe de la Policía Bonaerense Ramón Camps, quien finalmente ingresó a la casa junto con su mano derecha el excomisario Miguel Osvaldo Etchecolatz y con el médico de la policía, el Avellanedense Jorge Antonio Berges.

“Camps y Etchecolatz se querían llevar a los chicos, y Berges les dijo que ya eran muy grandes”, dijo Norberto Borzi en la declaración, en lo que fue la parte más fuerte del relato. Por esta cuestión, los genocidas habrían mirado al más chico de los 3 hermanos, quien fue protegido y abrazado por Ada, la mamá, quien rogó y expresó que el nene tenía un problema en el corazón, cuestión que terminó de definir a los verdugos dejarlo allí y llevarse detenido solo al papá, a Cacho Borzi. Sin embargo, agregaron que no digan nada, los amenazaron de muerte y les adelantaron que ni iban a ver más a Oscar Isidro.

En ese momento, Norberto, tal como describió, se había mudado a Bariloche el año anterior, mientras que los padres de los Borzi continuaban viviendo en su casa familiar de Monte Chingolo. Hasta allí fue Ada a recurrir desesperada cuando se retiraron los represores con Cacho detenido. “Nadie sabía cómo reaccionar, no se sabía que pasaban estas cosas, algo se había escuchado, pero no de esa manera, por lo menos en casa”, recalcó Norberto sobre la reacción de sus padres, hermana y cuñada.

Recién una semana después dicen hacerle llegar hasta Bariloche una carta, contándole lo sucedido y pidiéndole que no viaje a Buenos Aires. Por eso fue su esposa de ese momento, conoció la situación y regresó a Bariloche a contarle. Ante esto, Norberto decidió ir a ver a su familia y ayudar en la búsqueda.

Allí primero su papá presentó un Habeas Corpus enseguida sucedido, pero Norberto armó otros en su llegada.

Una parte importante de la reconstrucción que relató en el juicio es cuando un cuñado suyo que trabajaba en la Municipalidad de Avellaneda recibió la “anécdota” de un compañero de trabajo, de que justamente había participado en el operativo que había secuestrado a Cacho. “Confirmó que él mismo, ya que era ex policía, había participado en el grupo de tareas, le describió la casa y el físico de Cacho”, explicó Norberto. Se trataba de una persona de apellido Cultrone, quien luego falleció a los pocos años. Pero fue esta persona quien les confirmó que el 1° de mayo (día después del secuestro) Cacho Borzi estaba secuestrado en la Comisaría de Lanús, con asiento en Avellaneda.

Previo al secuestro Cacho trabajaba y era delegado de la fábrica Saric, de materiales de vidrio. Tantó él como el propio Norberto militaban en la juventud trabajadora peronista. Además del trabajo y la militancia, en sus tiempos libres Cacho construía su casa de a poco.

Cacho

Luego de una intensa búsqueda, encuentros con los organismos y familiares, una vez que los 3 hijos de Cacho se hicieron adultos, Norberto decidió entregarles todas las carpetas con las copias de los expedientes a los chicos.

Para finalizar, Norberto se emocionó para describir la relación que tenía con su hermano Cacho: “Es difícil no quebrarse, con mi hermana siempre charlamos cómo cambió toda nuestra vida y nuestra familia cuando se lo llevaron, se terminó la alegría, ya no disfrutamos las fiestas, él tenía una personalidad que irradiaba alegría, felicidad, era un gran amigo, buen vecino, hijo y hermano”, expresó respecto a su hermano quien era 10 años mayor que él. Cuando a Cacho lo secuestraron tenía 35 años y Norberto, 25.

“Yo estaba convencido de que iba a aparecer, pero cuando tome conciencia me faltó el tipo que me llevó de la mano por la vida, de cómo comportarse, del trabajo”, agregó. “Uno a la muerte se acostumbra por más terrible, porque sabe de qué murió, dónde está el cuerpo, pero cuando es desaparecido es terrible”, dijo y agregó que el genocidio, además de “atrasos en lo económico”, también generó “un daño terrible a la sociedad en todo sentido, familias desmembradas, distanciamientos”, expresó respecto a la desintegración de su propia familia y la de tantos.

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