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miércoles 08-05-2024

Víctimas de abuso denuncian mensajes intimidantes en su casa de Abasto

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Se trata de la larga historia de lucha colectiva de los “Adultxs por los Derechos de la Infancia”. Cuando a Silvia le contaron que su marido era un abusador de menores decidió escaparse de la casa de Abasto con su niña, a pesar de que la justicia ordenara la revinculación con el progenitor. Años después recuperaron el terreno y allí, denuncian, les han puesto carteles que preocupan y atemorizan a la familia de sobrevivientes

Una agrupación de sobrevivientes y protectores de víctimas de abusos denunció mensajes violentos e intimidantes en su propia casa, en la localidad de Abasto, del gran La Plata. Se trata de “Adultxs por los Derechos de la Infancia”, espacio fundado por y Silvia Piceda y Sebastián Cuattromo que desde hace años vienen realizando talleres y charlas junto a otras víctimas por todo el país, con una importante difusión en los medios de comunicación respecto a temáticas sobre infancia y adultocentrismo. La historia de ambos fue relatada en una entrevista mano a mano con Pulso en 2018.

Durante los últimos días su preocupación y bronca tiene que ver con el caso de Silvia y su hija Jazmín, quienes en la década del 90´convivieron con Dalmiro Suárez en la casa de Abasto hasta que una hija mayor del hombre logró denunciar los abusos a los que fue sometida por Suárez. Allí Silvia, Jazmín (que entonces era una niña) y la víctima comenzaron una historia de lucha legal y política contra dicha persona.

Tiempo antes, la propia Piceda fue abusada cuando era niña por una persona cercana a su hogar, pero su familia no le creyó. Luego, como adulta se casó y tuvo una niña con Suárez quien ya tenía una hija de una pareja anterior. Se mudaron a la mencionada localidad de Abasto y fue allí que Silvia conoció la oscura faceta de su, hasta ese momento, pareja. En ese momento acompañó a la víctima en la denuncia pero la Justicia le mostró su peor cara: el juez Hugo Rondina de La Plata resolvió que la nena, de entonces 12 años, tenía que seguir teniendo contacto con su progenitor: el hombre denunciado por su otra hija.

Ante la decisión del juez, Silvia tuvo que escaparse de Abasto junto con Jazmín. Se organizó junto a otras víctimas de abuso y finalmente, recién en 2017 lograron regresar a la casa de las afueras del gran La Plata, aunque su expareja sigue impune: la justicia nuevamente le dio la espalda aduciendo la prescripción. Incluso el abusador vive en el mismo barrio, a escasas cuadras.

Mensajes

Hace 10 días atrás la familia se encontró con un inusual cartel clavado en la casa recuperada de Abasto donde viven Silvia, Jazmín y Sebastián e instalaron allí una sede de “Adultxs Por los Derechos de la Infancia”. El mensaje decía simplemente “Propiedad Privada”, con un número de teléfono desconocido.

Con la dura experiencia de los años de lucha colectiva y recorrido por el país, enseguida decidieron hacer la denuncia en la Comisaría Séptima de Abasto: “Conjeturamos que podría tratarse de un mensaje intimidatorio del abusador denunciado Dalmiro Suárez, que vive a 15 cuadras de la casa y que fue denunciado por Silvia y su hija Jazmín, pero sigue impune”, introdujo Sebastián Cuattromo en comunicación con Pulso Noticias.

Además de la denuncia también visibilizaron la situación en sus redes sociales, donde tiene su contacto con otras víctimas del país. Fue el martes cuando finalmente a metros del lugar apareció otro cartel, esta vez con una reivindicación y presentando una agrupación. Se trata de “No más hijos rehenes”, agrupación que tiene sus propias redes sociales y comenzó a aparecer en la ciudad con esa leyenda, con un logo de dos manos adultas conteniendo dos manos infantiles, muy similar a la de “Adultxs por los Derechos de la Infancia”.

Ante estos carteles y buscando información en internet sobre el espacio, finalmente la familia realizó otra denuncia en la 7° y la misma quedó incluida en la anterior, que finalmente motivó una investigación en la que interviene una Unidad Fiscal del Departamento Judicial de La Plata, la UFI N° 15 especializada en pedofilia y pornografía infantil, a cargo de la Fiscal María Cecilia Corfield.

“Que estos hechos no queden impunes, lo que queremos resaltar públicamente es que lejos de ser hechos aparentemente banales o triviales nos parecen graves, que se están realizando en la propia casa de víctimas y adultos y adultas protectores y protectoras de niños, niños víctimas, sede de la Asociación Civil Adultxs por los Derechos de la Infancia”, reclama con bronca Sebastián.

Respecto a la agrupación que pegó ese cartel intimidatorio cerca de su casa, agregó: “Se trata de una organización que tiene su sede en La Plata y en otros lugares y se presentan como adultos que han sido injustamente alejados de sus hijas e hijos por supuestas falsas denuncias judiciales, este tipo de discurso llevan adelante organizaciones de pedófilos, para presentarse en sociedad, desde una postura de victimización, con un discurso absolutamente contrario a nuestras posturas”, agregó Cuattromo.

Foto: Pulso Noticias (HF)

La palabra de la mamá y la hija

Silvia Piceda, expareja del hombre denunciado por abuso por una de sus hijas también habló con Pulso Noticias, analizó la situación y explicó sus sensaciones: “Como madre protectora y como sobreviviente de abuso lo que yo siento ante esto es que todavía hay un permiso social a los abusadores, y lo siento en cómo este personaje nefasto, progenitor de mi hija, denunciado por su hija mayor por abusos y que no fue investigada la denuncia por prescripción; y nosotros hemos hecho público cómo se sigue moviendo libremente; todo esto hace que los que somos sobrevivientes y adultos protectores tengamos inseguridad y miedo”, dijo.

Respecto a la impunidad con la que se mueven abusadores denunciados en la propia sociedad, Silvia explicó: “Yo no pido que lo mates, pido que no lo saludes, notamos que la sociedad hace como si no pasara nada y eso es un modo de seguir sosteniendo la figura de los abusadores”.

Una historia de lucha y de temor

La médica y referente del espacio agregó: “Pertenezco a un colectivo que desde el año 2012 recorre el país hablando del abuso sexual contra la infancia, sostenemos a madres y adultos protectores en todo el país, escuchamos experiencias y compartimos las nuestras; tenemos ya una hija adulta e igual nuestra situación es de temor, imagínate cuando quienes están protegiendo a niños menores de edad y que aún dependen de las acciones judiciales para poder hacer efectivo el cuidado de niños y niñas hacia los agresores”, dijo comparando las otras situaciones que podrían estar pasando ante esta perspectiva de justicia patriarcal.

“El poder judicial no entiende la gravedad que significa eso, cuando los abusos muchas veces son dentro de los domicilios. Se los están mandando a su lugar de poder, de delincuencia, su propio domicilio”, agregó respecto a las domiciliarias.

Respecto a la organización “No más hijos rehenes”, Silvia dijo que son “organizaciones adultocéntricas” que centran el problema en el adulto, aunque utilicen nombres de niños: “Si conocemos los derechos de la infancia tenemos que saber que muchas veces son nuestros propios padres, abuelos, tíos los abusadores, y negar estos problemas es una postura adultocéntrica”, y agregó: “Están defendiendo el derecho a la propiedad sobre el niño, niña o adolescentes, de quienes fueron dañados por los adultos que tuvieron que cuidarlos”.

Por su parte, para finalizar, Sebastián concluye: “No es aceptable desde ningún punto de vista este tipo de actitudes violentas e intimidatorias en la casa de las víctimas, somos personas de trayectoria publica de lucha y política, pero no deja de producir temor, es para nosotros de máxima importancia publica, institucional y política”

Hablar para sanar

Hoy Jazmín tiene 23 años y estudia Comunicación Social. Vive en Abasto con su mamá y su familia y lleva adelante el trámite de cambio de apellido: “Quiero ponerme el de mi abuela materna, no solo porque es una de las personas que me crió, sino también porque es el apellido de mi bisabuelo, que en el relato familiar fue el único varón que fue protector y no violento”, introduce Jazmín respecto a una decisión pensada con mucho tiempo, reflexión y dolor.

“Yo a los 12 años me tuve que ir de mi casa, porque el juez Hugo Rondina de La Plata resolvió que tenía que tener contacto con mi progenitor, denunciado por haber abusado de una hija mayor que yo”, sintetiza en pocas palabras sobre aquella decisión en alguna oficina de calle 7 que marcó su vida para siempre. “A pesar de que yo expresé que me daba miedo estar con él, el juez dictaminó eso y tuvimos que escaparnos, dejamos nuestra casa, dejé mi escuela, amigos, mascotas”, continúa Jazmín.  “Tuve que empezar a vivir a escondidas, no podía ver a mis amigos, no podía venir a La Plata, para verlos había que hacer una tarea de inteligencia para que ellos vengan a capital”.

Pasaron algunos años de esta terrible historia hasta que Jazmín cumplió 18 años y dejó de ser menor de edad. En 2017 regresaron a la casa de Abasto con su mamá Silvia, sin embargo la revictimización no terminaría allí. “De todas formas mi progenitor, denunciado por abuso, que se conoce por nuestra historia pública, sigue viviendo en el mismo barrio que yo”, explica. “Yo elegí volver a vivir a La Plata, es donde quiero estar, y nunca me quise ir, y siempre está el riesgo de que me lo cruce, me lo he cruzado varias veces, no puedo evitar que me de miedo, casi siempre intento de esconderme, no sé qué me puede pasar”, relata.

Para finalizar Jazmín va encontrando palabras respecto a las sensaciones de injusticia que siente a través de toda la sociedad: “Me lo puedo encontrar en cualquier lado y eso es porque está permitido, porque a nadie le parece inaceptable, a pesar de todo el daño que me causó”. Y agradeció a su mamá “porque me cuidó y pude seguir con mi vida, pude evitar tener que ir a vivir con eso, y gracias a eso ahora soy la persona que soy, soy resiliente, tengo herramientas, pero no sé qué hubiera pasado sin ser por la protección de mi mamá, porque por parte de la justicia y de la sociedad mucha no recibimos”.

“Este hombre siga viviendo cerca, me sigue dando miedo, sobretodo cuando aparecen carteles en mi casa, me parece que es hora de que se empiece a proteger a las víctimas. queremos estar en una sociedad que nos proteja, esperemos que la sociedad se indigne un poco más”.

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