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jueves 25-04-2024

Falleció Hugo Montero: joven periodista, cofundador de la Revista Sudestada

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Había nacido en Claypole en 1976 y egresado de periodista en la Universidad de Lomas de Zamora. Además de llevar a adelante el proyecto autogestivo, escribió diversos libros en el marco de la izquierda de América Latina.

Un profundo pesar se comienza a sentir en el periodismo y entre la militancia progresista y de izquierda al empezar a enterarse el fallecimiento de este periodista de 45 años, exactamente la edad del golpe de estado en nuestro país.

Hugo Montero escribió una gran cantidad de notas periodísticas e investigaciones en general vinculadas a las organizaciones armadas de los 70´. Nació en Claypole, estudió en la UNLZ y desde hace quince años fue fundador y co-director de la revista Sudestada, junto con sus amigos Walter Marini e Ignacio Portela, que marcó un antes y un después en lo referido a proyectos periodísticos independientes y autogestivos.

Es autor de “Por qué Stalin derrotó a Trotsky” (2009), “Oesterheld. Viñetas y revolución” (2013) y co-autor de la biografía de Fabián Polosecki, “Polo: el buscado”r (2006) y de Rodolfo Walsh. “Los años montoneros” (2010), junto con Ignacio Portela. También la biografía de Frida Kalho junto a Vanesa Jalil, la del rapero WOS, de Jorge Massetti, de Agustín Tosco, de Fidel Castro, un libro sobre Palestina, otro “De Nicaragua A La Tablada” . Todos en Editorial Sudestada.

Falleció en la madrugada del lunes luego de estar internado por un problema cardíaco. “Se agradece respetar el duelo”, se expresó desde su proyecto.

Desde las redes sociales de la revista Sudestada, se realizó un sentido escrito en relación a Hugo:

Jamás pensamos escribir estas líneas, pero hoy nos toca llorar la pérdida de un amigo, de un compañero, de un luchador incansable por un mundo más justo, socialista, rebelde. No caemos, no vamos a caer. No es una pérdida más, se nos va el mayor de los imprescindibles de nuestra generación. Alguien que eligió el camino de la construcción colectiva por encima de cualquier individualidad. Alguien a quien el ego le parecía la peor de las vanidades. Un tipo intachable, amigo y militante, luchador pensativo que siempre elegía la palabra justa, que mantuvo una línea política en el decir y en el hacer. Que nos enseñó a mirar la realidad desde el mameluco de los laburantes, de los que no tienen nada, de los excluidos. Alguien que nunca se paró a defender a ningún patrón ni político berreta con ganas de hacer carrera en el inmundo lodo de lo que mucho getón llama “hacer política” ni sostuvo esa idea berreta de “hacerle el juego a la derecha”. Hoy no alcanzan las palabras para recordar al amigo que supo hacer de las calles de Claypole y Calzada su lugar en el mundo, que sus hijos, amigos y familiares hoy lo lloramos con la triste alegría de haber compartido algunos mates, muchas discusiones y tantas aventuras. Hoy no alcanzan las palabras, el hueco en la redacción jamás podrá llenarse porque nadie te llega ni a los tobillos, amigo. Lo sabías y nunca abusaste de tu ingenio infinito. Siempre apostaste a no ser conservadores en nada. Ni a quedarse en la comodidad de la verdad revelada, abriste la puerta a decenas de compañeras y compañeros que a tu lado se formaron como personas y profesionales. Hoy ninguna palabra puede describirte, apenas esbozar líneas que no tienen sentido porque nada volverá a ser como antes. Hoy tu universo, nuestro universo se volvió gris y nada va a cambiarlo. “Lo más importante está ahí nomás” escribiste ayer desde tu teléfono. Hasta tus últimas horas nos mostrabas lo que es imperceptible a nuestros ojos.
Hasta la victoria siempre Hugo querido, tu siembra de honestidad y compromiso no fue en vano. Siempre estarás en nuestros corazones. Venceremos!”

Por su parte, Montero también colaboró con una revista independiente realizada hasta hace poco tiempo en nuestra ciudad. Se trata de la Revista Mascaró. Los integrantes del proyecto realizaron también su pésame en redes sociales:

“Cuando hace algunos años aparecía la idea de lo que después fuera revista Mascaró, lo primero que pensamos fue en consultar con gente a la que admirábamos y, obviamente, ahí estaba Sudestada. Claro que no siempre las puertas se abren, y para eso tenés que encontrar del otro lado gente macanuda, humilde y compañera. Por suerte para nosotros estaba Hugo.
Ese tipo que tantas veces habíamos leído recuperando las historias del PRT, el que nos había enseñado un poco quién era Haroldo Conti, el que se sabía de memoria la vida de Masseti, el que con su pluma talentosa había recuperado a través de Sudestada y junto a sus compañeros la historia de tantos y tantas luchadoras que muchos quisieron enterrar.
Hugo Montero se ocupó de aconsejarnos, de motivarnos, de enseñarnos un poco los desafíos y también los quilombos de lo que era el periodismo independiente, la palabra autogestiva.
Hoy la tristeza nos llena el pecho, cuesta despedir a los buenos tipos, cuesta saber que se fue uno de los nuestros.
Va un abrazo a todos sus compañeros, compañeras, familiares y amigos.
Y otro para vos, Hugo. HASTA LA VICTORIA SIEMPRE COMPAÑERO”.

Una entrevista a Hugo Montero respecto a Oesterheld, acá.

Uno de los textos de Montero, en base a la foto de los pies del Che Guevara luego de ser fusilado.

“Esta foto”…

Esta foto es una afrenta, un desafío acaso. Así como está, pequeña, en baja definición, fragmentada, “reventada” (según el término usual en la jerga del diseño), no ha perdido ni un centímetro de su potencia perturbadora.
Cuesta mantener la mirada sobre la foto. La imagen es un recorte: son los pies de Ernesto Guevara en un camastro, en un rincón de la escuelita de La Higuera. Ya lo han fusilado. Ya han terminado a balazos con su aventura. Ya lo han derrotado. Esos son sus pies y esos jirones de tela son sus alpargatas derruídas, gastadas de tanto marchar por la selva boliviana. Los cordones son ese par de cuerdas cruzadas a la altura de los talones. No importa el resto del detalle. A un costado estarán los cuerpos de sus compañeros caídos en combate. A unos metros de distancia, la sombra orgullosa de sus verdugos, sonriendo para otras fotos que nosotros no publicamos. Lo que importa, ahora, es todo lo que esta foto irradia. Lo que importa, ahora, es todo lo que cuesta mantener la mirada fija en esta imagen. No por el morbo de sus últimas horas (hay, de hecho, una serie de cinco o seis fotografías muchos más impactantes del Che en su última noche en La Higuera). Otra cosa es lo que nos golpea a todos los que pretendemos asomarnos a esta escena.
Parece decir algo la foto, parece empequeñecer aún más al cuantioso ejército de burócratas devenidos en banqueros posmodernos, a los rebeldes de bolsillo incapaces de construir nada con su arsenal de frases hechas y gestos impostados, a los evangelistas de la verdad revelada que rompen lo que no pueden hegemonizar, a los policías de la izquierda macartista que patrullan a la caza de todo aquello que les permita dividir, a los gurúes de la secta que festejan su soledad como un éxito, a los caudillos de cartulina que no han aprendido a escuchar… A todos esos que nunca, jamás, arriesgarán nada de aquello que han acumulado (mucho, poco) más allá de su sofismo de cátedra berreta y sus reuniones interminables con el secretariado del papeleo y el aire acondicionado, siempre a resguardo de una realidad que ignoran y que citan cada tanto para salir del paso.
¿Pueden mirar ellos esta foto fijamente? ¿Pueden mantener la vista firme en esta escena muda, mínima, movilizante, y seguir adelante con su rutina de claustro, de chiquitaje, de vanguardia de la nada? ¿No son ellos, justamente, los que marcan con su dedo índice en alto, aún hoy (amparados en el regazo de una derrota que parece no incomodarles para nada, siempre con el diario del lunes bien a mano) los tantos errores de Guevara, su perniciosa adicción a la aventura (así, despectivamente, como si ese sustantivo entrañara un costado negativo), las derrotas previsibles de otros que como el Che, se sumaron al combate cotidiano y que, como él, no lograron la revolución por la cual arriesgaron todo?
A todos ellos, seguramente, esta foto no les provocará nada.
A los pibes que despiertan a sus ideas, a los laburantes que se organizan en silencio y no se resignan, a los activistas que empujan el barrio hacia adelante, a los militantes que saben empezar otra vez, a los albañiles de los días que vendrán; para ellos esta foto es un punto de partida. Guevara llegó hasta allí, ni un paso más. Es verdad. La foto de sus pies en el camastro registra el epílogo de su intento. El resto depende de nosotros, de todos los que entendamos que esta foto es una afrenta. Y un desafío colectivo. «
(por Hugo Montero. Incluido en la edición especial de #RevistaSudestada)

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