En esta edición del Café Najnudel nos acompañó Rubén “Colo” Wolkowyski, ex pivote con una vasta experiencia en el básquet nacional, europeo, y en NBA. Indispensable en la obtención del Oro Olímpico con la Selección Argentina en Atenas 2004, férreo para la defensa y siempre sólido en el ataque
Por Joaquin Fonseca
El encuentro fue mediado por Gustavo De Benedetti, Coordinador Deportivo de la APdeB y entrenador de básquet. La charla se encuentra ya disponible, en el canal de YouTube de la Asociación Platense de Basquetbol.
Previo a la extensa carrera que desarrolló en sus veintidós años como profesional, tuvo que sobrellevar diferentes situaciones y aprendizajes en sus comienzos, buscando avocar su vida plenamente al básquet. Frente a una actualidad en donde, a partir de los catorce años, los chicos ya son trasladados de club en club. Teniendo que convivir con el permanente desarraigo de diferentes maneras, pero siendo algo que acompaña a quien dedique su vida al deporte.
Rubén es oriundo de Castelli, Provincia de Chaco, y comenzó a jugar al básquet desde los quince años. Nos explica lo que vio, ya como entrenador de juveniles, y lo que cree la mejor etapa, “la de los chicos, pre-mini, mini, cebollita, lo que se te ocurra, porque empiezan a aprender y a disfrutar de lo que es el básquetbol a aplicar. Vos pensá que están en una edad donde, solamente disfrutan y aprenden de lo que están haciendo”. Expresándonos porque él no tuvo esa etapa, “esa parte de disfrutar, de tenerla todos los días y decir, quiero ir a entrenar para aprender esto para competir, para jugar.”
Dando cuenta de esta situación como entrenador, explica “no me hizo bien, digo, porque me perdí de vivir, de aprender y disfrutar, de muchas cosas que los chicos aprenden siendo chiquitos, que me a mí me hubieran servido, porque era lo que a mí me iba a enriquecer después como grande siendo jugador”. Haciendo hincapié en que, “uno cuando es grande, ya tiene la obligación de ganar y de buscarse el mejor puesto, y si es profesional, ya empieza contractual el tema”.
Arduas horas de continuo entrenamiento diario para, en poco tiempo, poder buscar, escalar y lograr hacerse un lugar dentro del básquet, “eran muchísimas horas por día, muchísimas horas, y así todo no me alcanzó para recuperar lo que yo te decía recién, dé la etapa que yo perdí por eso”. Reflexionando sobre la formación de los jóvenes, cree que lo mejor para los chicos hoy es, “escuchar y aprender de lo que le está enseñando el entrenador es fundamental”. Cada entrenador moldea y enseña a sus jugadores de la forma que cree más conveniente “Yo tenía un entrenador, me enseñaba, y me mejoraron todo lo que yo tenía, terminaban el año e iba tomando lo que a mí me servía y lo que a mí me hacía bien. Había otra cosa que por ahí no tanto, pero siempre ir sumando cosas de entrenadores para ir para ir creciendo”.
En esta instancia de la conversación, se profundiza en la parte más dura que le toca vivir a un chico buscando hacerse un lugar en el básquet, el desarraigo de la familia y el lugar, Rubén explica que, “cuando tiene una edad dice, yo puedo con todo, porque cree que puede con todo. Entrenar todo el día, tenés los amigos, todo, pero cuando apagar la luz y apoyas la cabeza en la almohada, se te viene todo para atrás, porque dejaste esto, dejaste lo otro, ese dolor que vos sufrís por lo que dejas”. “Tienen que saber, que no va a ser fácil”. Asegura que, en el momento uno no se da cuenta, con el tiempo, todos los esfuerzos que se hacen tienen un valor impresionante, pero “para llegar a eso, yo no conozco a nadie que no haya pasado por eso”.
En sus innumerables cambios de aire, cuenta que tuvo la posibilidad de ser acompañado por su familia a todo lugar donde él fuera, “a mi familia no la dejaba y mi familia tampoco se quedaba”. Asegurando que, así las cosas resultaron mucho más fáciles, no estaba solo, “creo que es el pilar fundamental que un deportista hoy pueda hacer una carrera y pueda mantenerse en la élite, estando con su familia, sino es muy difícil.”
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