El sector se apoya en la organización colectiva para hacer frente al difícil escenario actual. La realidad de los espacios culturales y cómo se las arreglan para seguir en pie ¿Hay un Estado presente?

En medio del parate generalizado a raíz de la cuarentena obligatoria por el COVID – 19, muchos sectores tratan de reacomodarse y pensar estrategias que ayuden a transitar lo mejor posible esta situación excepcional. La cultura local, por caso, se encuentra transitando ese proceso, especialmente la autogestiva e independiente.

El fin de semana pasado se realizó en la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de La Plata un conversatorio virtual que, impulsado por la cátedra libre de Gestión Cultural, sirvió de espacio de intercambio entre diferentes actores de la escena cultural de la región.

Del encuentro participaron representantes de sellos editoriales, centros culturales, curadurías artísticas, entre otros espacios, quienes primeramente hicieron un diagnóstico general y luego abordaron las problemáticas particulares, en pos de hallar soluciones colectivas.

“La idea es encontrar una salida a través del trabajo en red y el apoyo recíproco. Desde poder facilitar un flyer o un volante hasta dar el mínimo consejo. Es muy importante tener una caja de herramientas bien provista y poder compartirla”, señala Melina Pérez, integrante de Colibrí Arte y Cultura, a Pulso Noticias.

En el caso de los espacios culturales, Melina cuenta que la difícil situación que atraviesan se da en torno a dos cuestiones: por un lado, la imposibilidad de utilizar el espacio físico, entendido este como un lugar básico de encuentro y socialización y, por otro, la dificultad que encuentran los y las trabajadoras de la cultura para desarrollar su actividad.

—¿Qué estrategias diseñaron para afrontar este escenario adverso que se plantea?

 —Es todo un desafío poder actualizar nuestras prácticas y objetivos. En primer lugar, tratamos de garantizar el acompañamiento y la curaduría de los artistas, talleristas y trabajadores de la economía informal articulados con nuestros espacios. Es decir, promocionar y facilitar sus propuestas, como así también las intervenciones artísticas. En segundo lugar, apelamos a la solidaridad de los vecinos y vecinas de la ciudad, con la venta de entradas a futuro, sorteo de tickets de espectáculos para todo el año, descuentos en talleres o, directamente, pedidos de aporte.

Según explica Pérez, la necesidad económica de los centros culturales no solo expresa en la situación de sus integrantes, sino también en el sostenimiento de los espacios físicos que, aún sin ser utilizados, demandan gastos fijos mes a mes. “Estamos tratando de buscarle la vuelta para seguir con esta rueda que tanto cuesta poner en valor. Lo hacemos organizades y muy atentes a las políticas públicas que están saliendo para el sector”, dice.

En relación a este último punto, las expectativas están puestas en el programa “Desarrollar”, recientemente lanzado por el Ministerio de Cultura de la Nación, a través del cual se otorga una ayuda económica a centros culturales, salas de teatro, clubes de música y otros espacios artísticos que se encuentran en situación de emergencia. La medida, que contempla un presupuesto de 30 millones de pesos, es una respuesta a las demandas del sector por el impacto que está produciendo el aislamiento social.

Como contrapartida, a nivel local, el sector aún espera un gesto del gobierno, ya sea a través de una asistencia monetaria o de la regularización en los pagos de subsidios. De los aproximadamente 60 espacios culturales que figuran en el registro oficial, solo 20 tienen cuentan con la habilitación definitiva y ninguno de ellos está al día: “Esto ya viene desde el año pasado. En el caso de Colibrí, no cobramos desde octubre de 2019. En este contexto de cuarentena, que estamos súper asfixiados, pedimos que se libere cuanto antes lo que nos adeuda el Estado Municipal”.