Las estadísticas difundidas ayer por el INDEC muestran que la ciudad nunca se recuperó del salto de entre cinco y siete puntos que pegaron ambos índices en 2018. Desde ese entonces el porcentaje de pobreza no baja del 30% y la indigencia se mantiene por sobre el 6,5%
La emergencia sanitaria y las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio encuentran a la región con desigualdades estructurales a la hora de enfrentarla. La premisa #QuedateEnCasa se vuelve impracticable en los hogares donde los escasos ingresos se ganan día a día, donde la necesidades básicas alimentarias no están ni cerca de ser resueltas y en los que se cuenta con muy pocas posibilidades de acceso a la educación, salud o cultura.
A eso apuntan las organizaciones sociales de la ciudad cuando le reclaman a la Intendencia y a los gobiernos provincial y nacional la llegada de recursos –tanto alimentarios como sanitarios y laborales– para poder hacer frente a una situación de pandemia en la que los barrios y personas pobres son las más perjudicadas, fundamentalmente mujeres y disidencias sexuales.
Los datos de pobreza e indigencia difundidos ayer por el INDEC, correspondientes al segundo semestre de 2019, vuelven a mostrar en números fríos la gravedad de la situación. Si bien se registró una sensible baja de un punto porcentual en el nivel de pobreza, en comparación con los primeros seis meses del año pasado, sigue por encima del 30% que alcanzó en 2018 y que significó un salto de 7 puntos en comparación con 2017.
Crisis económica a nivel nacional pero fundamentalmente a nivel local, persianas bajas en los principales centros comerciales de la ciudad, aumento de la desocupación y la precarización laboral, salarios que perdieron constantemente con la inflación, son algunos de los aspectos que influyen en que en los últimos dos años no hubo ni atisbos de repunte para lograr disminuir esos índices.
Según los datos del organismo oficial, en la región hay 70.986 hogares bajo la línea de la pobreza (22%), que reúnen a 271.678 personas (30,6% de la población local). Es decir, en este sector de la comunidad los ingresos no llegan a satisfacer el conjunto de necesidades básicas tanto alimentarias como no alimentarias (vestimenta, transporte educación, salud, etc).
Si se compara con el semestre anterior (la primera parte de 2019) hubo una leve reducción, dado que el índice se encontraba en 31,9%. A su vez, si los datos difundidos ayer se constrastan con el año anterior (segundo semestre de 2018), el porcentaje está casi en el mismo lugar: en ese momento había alcanzado el 30,9%.
Sin embargo, la situación no era la misma a fines de 2017, momento en el que si bien los números ya eran altos, si se los compara con los actuales, eran considerablemente menores. En ese entonces el índice de pobreza estaba en el 23,1%. Es decir, apenas un año después 70.000 platenses más quedaron en la pobreza. Desde ahí en adelante, el panorama prácticamente no se modificó.
La indigencia, en números rojos
El nivel de indigencia, según estipula el INDEC, mide el sector de la población que no cuenta con ingresos suficientes para cubrir una canasta de alimentos capaz de satisfacer un umbral mínimo de necesidades energéticas y proteicas.
Los datos dados a conocer ayer indican que en la región hay 16.100 hogares en esa situación (5%) y 67.031 personas (7,6%). Comparado con los primeros seis meses de 2019, significa un aumento de prácticamente un punto porcentual: en ese momento había 57.089 personas bajo ese índice (6,5%).
De todas formas, si se realiza la comparación interanual (fines de 2019 contra fines de 2018), la medición da prácticamente lo mismo: 7,6% contra 7,7%, respectivamente. Nuevamente, para dimensionar el salto en indigencia de los últimos años hay que ir a los números de fines de 2017: allí la indigencia alcanzaba al 2,5% de la población. Un año después 45.000 personas más ingresaban dentro de ese segmento de la comunidad.
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