En el club Everton se realizó una donación de cabello para confeccionar pelucas que serán destinadas a personas enfermas de cáncer. Fue organizada por la Fundación Creando Lazos y por el Banco Provincial de Pelucas Oncológicas filial La Plata
Por Ezequiel Franzino
Qué culpable me siento: excepto yo, que tengo cuatro chapas locas y que las cuido con shampoo de artigas y con todo tipo de lociones, las otras cien personas que estuvieron presentes esta tarde de domingo en el club Everton vinieron a donar su cabello para la confección de pelucas para pacientes oncológicos.
De este evento organizado por la Fundación Creando Lazos y por el Banco Provincial de Pelucas Oncológicas filial La Plata, un joven que llegó con una melena de 30 centímetros se fue del lugar con la cabeza rapada. También se están cortando el pelo una nena de 5 años, nenes de 7 y mujeres de distintas generaciones.
El club desborda de gente. Más de quince peluqueras y peluqueros, la mayoría de “El Palacio Salón”, cortan a dos manos mientras sucede un show de magia. Apenas terminado el número, el actor Gustavo Guillén, que animaba el evento, invitó a los presentes a probar las tortas y el café que se prepararon para la ocasión.
Mariana Moser, la presidenta de Creando Lazos, cuenta que una peluca de pelo natural puede costar entre $25.000 y $40.000 y que, a través de esta movida, los pacientes que están recibiendo quimioterapia pueden retirarla en comodato sin pagar un centavo. Una vez que finalizan su tratamiento, la devuelven para que pueda ser utilizada por otra persona que la necesite.
“Es darle una posibilidad a una persona que puede bajonearse un poco al perder su pelo. Esto termina siendo una oportunidad para que su tratamiento no repercuta tan negativamente”, dice Mariana Moser.
Acá hay pelos por todos lados. Aunque hay algunos en el suelo, la mayoría ya están organizados en cortinas. Alicia Ondarcuhu, que es la coordinadora de los talleres en Creando Lazos, cuenta que las pelucas son cosidas por voluntarios. “Es un laburo tremendo, hay que organizar los mechones según su tipo, el color y el matiz”, explica Alicia y agrega: “El año pasado juntamos 32 kilos de pelo, que es una cantidad impresionante, pero creo que esta vez vamos a juntar más. Ya se cortaron más de cien personas”.
Una de esas cien fue Milagro Aguirre, una joven de 22 años que se acercó a donar parte de su cabellera colorada y que llegó a este gimnasio de calle 14 entre 63 y 64 gracias a la invitación de una amiga. “Siento que estoy haciendo algo para ayudar, y encima me voy contenta con el corte. Con mis amigas nos quedamos viendo un rato el antes y el después de la gente, y todos se van conformes”, dijo Milagro.
Para algunos esta acción solidaria representó todo un sacrificio. Por ejemplo, Pilar Clavelino odia cortarse el pelo y no recuerda la última vez que piso un salón de coiffeur, sin embargo, allí estaba. “Mientras me tijereteaban traté de pensar que lo estaba haciendo por una buena causa. Si no hubiese sido para esto, no me lo hubiese cortado jamás”, aseguró la joven.
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