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jueves 25-04-2024

A 32 años de la gloria

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Un día como hoy pero de 1986, el seleccionado de fútbol que conducía Carlos Bilardo alcanzaba la gloria en México al consagrarse campeón del mundo tras derrotar a Alemania por 3 a 2

Mientras el “Plan Austral” ideado por Raúl Alfonsín y su ministro de Economía Juan Vital Sourrouille daba sus primeros síntomas de agotamiento y la crisis económica volvía a hacerse presente en la vida de los ciudadanos, los ojos y las gargantas de más de 30 millones de argentinos vibraron al unísono el domingo 29 de junio de 1986 a las 17:50, cuando Jorge Luis Burruchaga, tras un pase magistral de Diego Armando Maradona, inició una corrida de más 30 metros que concluyó con el tercer gol ante Alemania, que le daría a nuestro país su segunda copa mundial.

Una explosión de algarabía rebotó desde Ushuaia a La Quiaca y de la cordillera al Atlántico, cuando el brasileño Romualdo Arppi Filho pitó el final del encuentro y millones de compatriotas salieron a las calles a festejar el tan ansiado triunfo futbolístico.

La Selección nacional, conducida tácticamente por Carlos Salvador Bilardo y dentro del campo de juego por un Maradona brillante desde todo punto de vista, había sido vapuleada por la prensa y el mundo futbolístico antes del inicio del torneo, y a pesar de todos los contratiempos que tuvo en su preparación, dio una clase soberbia de fútbol y solvencia, y de la mano del mayor genio que dio la historia del fútbol mundial, demostró cómo a base de trabajo en equipo y de rigurosidad técnica y táctica se puede dar vuelta un escenario que parece adverso.

Alegría máxima

La primera satisfacción de esa jornada la dio José Luis Brown, cuando con un cabezazo certero tras un centro de Burruchaga marcó el 1 a 0 venciendo a Harald Schumacher a los 23 minutos del primer tiempo. Ya iniciada la segunda etapa, a los 11 minutos, Jorge Valdano corre casi 35 metros para marcar el 2 a 0, dando comienzo a una felicidad mayúscula.

Como toda victoria, también se sufrió mucho para conseguirla, porque el coraje alemán se hizo presente cuando Karl Heinz Rummenigge marcó el 2 a 1 a los 29 minutos del segundo tiempo, situación que se agravó cuando Rudi Völler con un cabezazo en el área chica colocó un empate que parecía el principio del fin del sueño mundialista.

Pero como suele suceder siempre ante hechos negativos, la calidad y la garra argentina dieron lugar a una levantada excepcional, y cuando todos daban por perdido el torneo, un Maradona milimétrico y un Burruchaga certero en su definición, le daban lugar al festejo eterno que aún perdura en las retinas de todos los argentinos.

La Copa del mundo conseguida en 1986 también sirvió para dejar de lado cualquier tipo de suspicacia sobre el logro obtenido en 1978 bajo la última dictadura militar, cuya victoria por 6 a 0 a Perú dejó el olor a corrupción y a coima para dejar bien parados ante el mundo a quienes ejercieron un reino de terror con 30.000 desparecidos y miles de presos políticos a lo largo y ancho del país.

Camino con escollos

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, reza el poema de Antonio Machado que inmortalizó con su voz el catalán Joan Manuel Serrat. La fase de grupos no era nada fácil para la Argentina vista de antemano. Le tocó jugar en el primer partido con Corea del Sur, ganando 3 a 1 con dos goles de Valdano y uno de Oscar Ruggeri.

El segundo escollo fue Italia, último campeón del mundo en España 82, y allí se empató 1 a 1 con un gol de ballet convertido por Maradona. El tercer partido fue contra Bulgaria, un país con grandes futbolistas desparramados por las principales ligas europeas, que sin embargo cayó ante la preponderancia nacional por 2 a 0 con tantos de Valdano y Burruchaga.

En octavos de final nos tocó Uruguay, que con su garra charrúa nos hizo mucha fuerza, ya que como buen equipo sudamericano conocía todas nuestras fortalezas, hasta que finalmente Pedro Pablo Pasculli quebró el marcador.

Pero el principal rival fue sin dudas Inglaterra, que a solo 4 años de la guerra de Malvinas se hacía presente en la memoria y el corazón de todos los argentinos. “La mano de Dios”, graficada por el gol convertido por Maradona con la mano ante Peter Shilton, quedó en lo más atrás del recuerdo, cuando Maradona en una jugada excepcional arrancando desde campo propio, no paró de eludir rivales y convirtió el 2 a 0 en el mejor gol de la historia de los mundiales y que ha quedado en la memoria popular con el brillante relato de Víctor Hugo Morales.

En semifinales nos tocaba Bélgica, un equipo con jugadores excelentes como el arquero Jean-Marie Pfaff, que cayó rendida ante la magia de un Maradona imparable, que convirtió los dos goles que le dieron el triunfo a la Selección y la clasificación a la final.

La gloria conseguida en México quedó plasmada en la película “Héroes”, donde la voz de Valeria Lynch entonaba la canción “Me das cada día más”, mientras se rememora una epopeya futbolística que le dio una de las alegrías deportivas más grandes de su historia a los argentinos.

Lo que ocurrió el 29 de junio de 1986 no fue solo la victoria de un equipo extraordinario de jugadores y cuerpo técnico, sino también el triunfo de un país, que ve cómo con trabajo en equipo y tirando todos para el mismo lado se puede conseguir el tan ansiado objetivo de ser cada día mejores.

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