Pulso Noticias te cuenta el regreso del Pincha al lugar de toda la vida con los relatos de sus hinchas. Acá va la historia contada por alguien que sigue al León hace alrededor de 60 años
Por Guillermo Tulio Antonioli
En el año 1954 había iniciado mi escolaridad, en lo que se llamaba primero superior (no hice el inferior). Era por lo tanto un estudiante. Cierto día, mi hermano mayor me preguntó: “De quién sos hincha, de Gimnasia o Estudiantes” y yo sin dudar y sin siquiera saber que era el fútbol (tenía 5 años), contesté: “De Estudiantes”. Y así se inició mi romance con el Pincha.
Mi hermano y yo nos asociamos al Club en 1960, pues nos iniciamos en la práctica del Judo. Pero solamente a mi me picó el interés por ir a 57 y 1 a ver los partidos. José Toledo al arco, Zappa, Koroch y tantos otros. Eran tiempos en que no había grandes divisiones que separaran a las hinchadas. Y también de campañas flojas, tanto que tras la campaña de 1963 la anulación de los descensos nos salvó de perder la categoría.
Y aunque la primera andaba a los tumbos, surgía la “tercera que mata. Y en aquel tiempo, se veían tres partidos en continuado, tercera, reserva y primera. Había que ir temprano y con tiempo, pero era un lindo atracón de futbol.
Fue cambiando todo gracias a la contratación de Zubeldía, la visión del presidente Mangano y la valorización de los surgidos de nuestra cantera, de la mano de Ignomiriello y las incorporaciones de Madero, Bilardo, Manera, Poletti, Ribaudo, Conigliaro, dando lugar a la formación de un gran equipo que supo como jugar y empezó a generar la ilusión de que se podía llegar a más. Poletti. Manera, Aguirre Suarez, Madero y Malbernat. Bilardo, Pachamé, Flores. Ribaudo, Conigliaro y Verón. Y también el Bambi Flores, Barale, Spadaro, Fucceneco, Togneri y tantos otros.
Así fue como en esos tablones, fui testigo de ver a mi querido club, campeón. El primer equipo no “grande” en lograrlo. Luego, por la Libertadores, tremendos partidos contra Independiente y Racing, (Me acuerdo del patadón de Perfumo a Bilardo en mitad de la cancha). Culminando con el gol de Verón a Palmeiras en el arco de 57.
Y vinieron muchos más. Cuatro finales consecutivas por la Libertadores, tres de ellas ganadas. La intercontinental se tuvo que jugar en otra cancha.
Se creó la platea B y desapareció la C. Me ubicaba en diferentes sectores, a veces en 55 tras el arco, otras cerca del árbol o a ambos costados de la techada. Siempre en los tablones queridos, que crujían ante los saltos de la fervorosa hinchada.
Los campeonatos de la mano de Bilardo y Manera en 1982 y 1983, con Sabella, Trobbiani, Ponce, Russo, Camino, Trama,etc.
A UNO llevé a mis hijos. A que conocieran y amaran al pincharrata y a este gran deporte. Hacerles saber de la historia del club. Y en las tardes, entre un colegio y otro, ir a jugar con mi hijo Javier al patio, entre la cancha y el restaurante, pateando al arco que allí había.
Pero un mal día nos dijeron que no se podía jugar más en canchas de madera y tuvimos que escribir una historia inolvidable, tanto en el Estadio Ciudad de La Plata, como el de Quilmes. Mientras veíamos como el proyecto de construcción del nuevo se dilataba por decisión de un intendente o por la oposición de organizaciones ambientalistas con argumentos equivocados.
Se hizo el esfuerzo entre todos, dirigentes, jugadores y de nosotros los hinchas y hoy tenemos un estadio modelo, autosustentable, que no produce daño ecológico. Que es capaz de albergar más de treinta mil espectadores. Funcional, con todos los adelantos. Luces LED, etc. Un orgullo para la ciudad y el país y por supuesto para nosotros los seguidores de Estudiantes.
Cómo no expresar entonces un agradecimiento a todos los que impulsaron este logro, en especial a Juan Sebastián Verón, quien nos ayudó a salir nuevamente campeones, y a transformarnos en una institución como pocas en el mundo.
Ahora en la nueva casa, tenemos la ilusión y el desafio de seguir obteniendo grandes éxitos. Porque eso es Estudiantes. Un club con Mística.
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