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jueves 25-04-2024

Recuperar el pasado para mantener la capacidad crítica y creativa

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Transitar la ciudad de La Plata significa atravesar sentidos respecto a la violencia estatal, a los derechos humanos y a la memoria. Múltiples colectivos, instituciones y militantes generan estrategias para que el inconsciente colectivo tenga presente las injusticias que hemos vivido en la historia reciente y que marcaron a sangre y fuego las calles platenses

Por Ramiro Laterza *Nota publicada en edición impresa

En nuestra ciudad hay una vasta experiencia y cultura colectiva de no olvidar, de mantener viva la memoria de los casos aberrantes de injusticia y violaciones a los derechos humanos. Son múltiples colectivos, artistas, comunicadores, militantes, profesionales que de diferentes maneras nos recuerdan de dónde venimos, por dónde tuvimos que transcurrir como sociedad.

Pulso entrevistó a tres militantes que durante los últimos años han pensado y generado estrategias de memoria, de reivindicación y de acción en el presente. A través de la universidad, rescatando de sus oficinas aquellos legajos de quienes supuestamente habían abandonado la academia… obligados por el genocidio ocurrido durante los 70´. En las radios populares, buscando métodos para despertar oídos y contarlo todo. Y desde las paredes de la ciudad, que no se callan y cuentan eso que medios e instituciones callan..

El activista cultural “Chempes” , el comunicador popular Juan Delú y la abogada Guadalupe Godoy se expresaron respecto a la disputa que significa ejercer y hablar sobre la memoria.

Legajos universitarios  

Durante los últimos años la UNLP reparó unos 500 legajos, reconstruyendo las biografías escolares y personales de aquellos estudiantes, docentes o no docentes de la universidad que fueron detenidos, desaparecidos y/o asesinados durante la dictadura.

Una de las impulsoras es la abogada Guadalupe Godoy quien encabezó juicios contra genocidas y en defensa de los sobrevivientes de la dictadura, como integrante de la Liga Argentina por los Derechos Humanos. Actualmente es Directora de Programas de Memoria y Reparación, de la Prosecretaría de DDHH – UNLP. 

Para ella, la ciudad de La Plata está “profundamente marcada por las ausencias”. Durante el proceso militar la Marina intervino la UNLP y causó más de 700 víctimas. Se modificaron planes de estudio, se cerraron carreras y muchos académicos debieron exiliarse. “La transformación institucional fue muy profunda”, describió. 

Godoy cree que la reparación de legajos “implica un homenaje a las víctimas y que 40 años después sigue teniendo sentido porque la memoria nunca se queda quieta, está en permanente disputa de sentidos”, y agregó: “como el negacionismo, que se expresó y visibilizó en políticas públicas durante estos últimos tres años y medio”.

No hay dudas, para ella, de cómo logró mantenerse la memoria en esta ciudad: “es el campo popular, el movimiento de derechos humanos en sentido amplio, quien ha mantenido visible y activos los reclamos y siempre de múltiples formas, exigiendo justicia, pero sobre todo con el reclamo en las calles y en el arte”.

El arte no es un monumento

Chempes es un reconocido artista en el campo de los derechos humanos y la militancia de la región. Quienes no lo conocen como persona, muy probablemente sí se hayan cruzado con alguna pared de la ciudad pintada por él en conjunto con alguno de los colectivos en los que ha formado parte.

Para él, el arte en sí mismo no tiene una facultad especial, incluso hay usos diferentes en relación con la memoria: “desde hace siglos el arte intenta solidificar las experiencias populares, agigantarlas, monumentalizarlas, hacer que sean algo lejano de otras personas… uno puede pensar en la imagen del Che, algo clausurado, un héroe que pasó en un momento determinado; sin embargo la historia no deja de repetirse, es un largo conducto de hilos que se tocan y vuelven en el presente”, señaló quien hoy milita en el Centro político y cultural Awkaché.

En contraposición, “hay otro arte que trata de crear reverberaciones, generar dudas en el presente, preguntas, muestra algo mucho más posible para todes y expresa eso que no se cierra en el pasado, sino que tiene mucho para decir en esta coyuntura, porque de alguna manera aportó a construirla”, definió.

Según el muralista, cuando hablamos de memoria hablamos de construir el presente:: “el poder siempre quiere el presente normalizado, como en el Diciembre del 2001, que es construido como un espacio de caos, cuando para nosotros fue uno de los momentos más disruptivos y quizás asamblearios de nuestra historia reciente”, y agregó respecto a ese contexto: “El poder va a tratar de construir que el momento más creativo fue el 2003, 2004 cuando se empezó a pagar la deuda… allí el pasado te construye el presente… si el momento creativo del pueblo es cuando hay una situación disruptiva, en asambleas o es cuando se normaliza y se empieza a pagar la deuda”, reiteró.

Contrariado, Chempes se pregunta “qué siente aquel funcionario que quiere ser portavoz de una memoria tan disruptiva como la de los compañeros y compañeras de los 70´, cuando ve un país donde las mayorías populares viven en la pobreza más absoluta desde hace décadas”.

La memoria como espacio de prisión o de libertad

Juan Delú hace comunicación popular y construye colectivamente en Radio Futura desde hace 16 años. Desde el primer año de la desaparición de Jorge Julio López hasta la actualidad, la radio organiza una “Vigilia Sonora”: un programa especial desde la noche del 17/9 hasta la mañana del 18, con la presencia de referentes de derechos humanos: “Justamente no para ejercitar la memoria sino para denunciar y lograr un objetivo, sumarse a la búsqueda de verdad”, aclaró y agregó que tras los años “se empezó a transformar en memoria, pero no como algo estanco, solemne, para hacer un monumento, sino para ver que los hechos más macabros que podamos imaginar siguen siendo parte de nuestra dinámica, de nuestra calle, de la rutina… los desaparecidos y los desaparecedores siguen conviviendo con nosotros”.

“La memoria es un lugar, un paisaje, una postal en la que, querramos o no, todos estamos sumergidos; es un espacio de disputa, un escenario en discusión, porque el conocimiento de los sucesos vividos está atravesado por las formas en las cuales cada uno de nosotrxs atravesamos esa coyuntura”, explica Juan y agrega: “el poder hace su propio juego en tiempo presente, pero para construir el futuro necesita estar rearmando ese pasado y finalmente controlar y ser hegemonía… el pasado es disputa porque todo el tiempo estamos descubriendo y entendiendo cosas que sucedieron y porque la única forma de poder proyectar y comprender lo que estamos viviendo es saber de dónde vinimos”.

El comunicador entiende que “la memoria puede ser un espacio de prisión o un espacio de libertad, depende de cómo decidamos exorcizar esos hechos del pasado, que es un laberinto, un rompecabezas que hay que armar, que se va completando en tiempo infinito”.

Recuperar un nombre sobre el papel, un legajo perdido que vuelve a las manos de una madre o un amigo; pintar un rostro en la pared, arrojar con un tacho de pintura roja toda nuestra furia y dolor; ponerle voz al recuerdo, llenar el éter de preguntas. Guadalupe, Chempes y Juan recorren las calles de una ciudad marcada por la tragedia, pero también por la memoria. Una vez más, Juan le pone palabras a ese ir y venir, a ese pasado que es presente y es lucha, y dice:  “Todavía estamos transitando el genocidio, sin dudas.”

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