Son requeridos a nivel mundial y en nuestro país aún representan un nicho que seduce cada vez a más adeptos. ¿Cómo son los vinos de estos movimientos que recuperan los valores de la naturaleza?
Por Romina Soliani para Pulso Noticias
Cada uno con sus matices, estos vinos forman parte de un sistema de producción sustentable y responsable con el medio ambiente, el cual no emplea otra cosa que las técnicas de cultivo y elaboración de antaño, a la vez que las recupera: respeto de los ciclos biológicos de la vid, la no utilización de agregados químicos en el viñedo y en los procesos, como premisas.
En su mayoría, estos métodos de elaboración de vinos alumbraron y devinieron populares bajo el calor de movimientos ecologistas mundiales, atentos a las crecientes formas depredatorias de usufructuar las tierras del planeta.
De esta forma y a lo largo de las décadas, los términos “orgánico”, “biodinamia” y “vinos naturales”, comenzaron a resonar en oposición a la carrera por la productividad y la agroquímica, diferenciándose en el mercado de aquellos productores más “industrializados”. Aquéllos que recurren a la agricultura abierta, y al agregado de productos de síntesis química que potencian las producciones.
Más allá de descreídos y detractores de una tendencia que gana terreno – aunque tímidamente-, los productores de estas prácticas amigables con el entorno lo viven como una filosofía de concepción y no una mera estrategia de marketing.
Estanque artificial y criadero de hormigas (Romina Soliani)
La apuesta de las bodegas argentinas: entre lo orgánico, biodinámico y natural
Para hablar de vinos orgánicos debemos remitirnos a los años ’70, cuando Claude Aubert -uno de los pioneros de la agricultura orgánica- la definió como aquella “basada en la observación y las leyes de la vida, y que no consiste en alimentar directamente a las plantas con fertilizantes solubles, sino a los seres vivos en el suelo que desarrollan y proporcionan a las plantas todos los elementos que necesitan “.
Así, en su proceso total de producción (desde el cultivo, cosecha, fermentación, estacionamiento y embotellado), estos vinos prescinden de fertilizantes químicos, herbicidas, pesticidas o insecticidas sólo dejando “que la uva haga el vino”. De la misma manera, los viñedos son tratados con respeto, con cosechas manuales, y se permite el uso de productos naturales y biodegradables como el estiércol o el compost.
En tanto, los vinos biodinámicos responden a preceptos que parten de la vitivinicultura orgánica, pero también incluyen un concepto filosófico, tal como fuera pensado por el fundador del movimiento, Rudolf Steiner. Según ello, el cultivo biodinámico cumple con un equilibrio del ecosistema, respetando la influencia de las fuerzas de la propia naturaleza, y existiendo una intrínseca relación entre el hombre y la tierra, incluyendo a plantas, y seres vivos, insectos, animales, etc. Es así un sistema cerrado, casi autosuficiente, en el que todo lo necesario tiene que salir del mismo viñedo. Hoy estos vinos tienen controles más estrictos y menor cantidad de agregados que los orgánicos, de acuerdo a la certificación mundial Demeter.
Por último, los afamados vinos naturales son los elaborados bajos métodos más “respetados” y “espontáneos”, con muy poca intervención del hombre. No permiten el uso de productos de síntesis en el manejo del viñedo ni en el fruto; tampoco pueden corregirse. De los tres métodos, son los que contienen la menor cantidad de sulfitos.
Hacia un cambio en las certificaciones
A diferencia de los vinos orgánicos y biodinámicos, los naturales no encuadran en una reglamentación a nivel mundial; sin embargo, en nuestro país un grupo de productores anunció a comienzos de este año la creación de la Sociedad Argentina de vinos Orgánicos, Naturales y Biodinámicos (SNOB).
Impulsado por Nicolás Jascalevich (bodega Noble San Javier), Ernesto Catena (Stella Crinita), Santiago Salgado (Las Payas) y Pablo Quiroga (Sólo el amor salvará al mundo), la iniciativa tiene como objetivo implementar un sello de calidad argentina para certificar los tres tipos de vinos en toda la cadena de producción hasta el producto final: sin sulfitos agregados, o con una mínima cantidad posible, ni sustancias agro-químicas añadidas.
Actualmente los sulfitos en los vinos orgánicos pueden alcanzar un máximo de 150 mg/l, en los biodinámicos hasta 70 ml y en los naturales a 30 mg/ l.
Feria (Créditos: Organizadores de la Feria de vinos orgánicos y sustentables)
Un espacio para conocer y disfrutar los frutos de la Tierra en tu copa
Desde este jueves 1 al sábado 3 de agosto, en la Botica del Ángel (Luis Sáenz Peña 541, San Telmo), la Feria de Vinos Orgánicos y Sustentables en su 6ta. Edición, invita a degustar los vinos de más de 20 bodegas situadas en las distintas regiones vitivinícolas más importantes del país.
Algunas de las bodegas que estarán presentes son: Alto Abaukan, Andillian, Ánimal Organic Vineyard, Bodegas Molina, Cabernet de Los Andes, Chakana, Don Vega, Domaine Bousquet, Finca Dinamia, Finca la Gloria, Jasmine Monet, La Coste de los Andes, Llama Negra, Picum, Siesta en el Tahuán, Stella Crinita, Vinecol y Villa Mercedes.
A su vez, la feria dará continuidad a los ciclos de charlas a cargo de referentes del mundo del vino y stands informativos del Movimiento Argentino para la Producción Orgánica (MAPO); Fundación Espacios Verdes (FEV); Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores y Comercio Justo (CLAC); Fair Trade; Asociación Biológico-dinámica de Argentina (AABDA) y EcoMujeres. Estarán presentes además, las bodegas que cuentan con certificación de Comercio Justo, una práctica que garantiza que se cumplan condiciones laborales propicias en los viñedos.
Argentina, tierra orgánica
Si nos detenemos en los números, nuestro país es el segundo con mayor cantidad de tierras agrícolas orgánicas (3 millones de hectáreas); precedido por Australia (27,3) y delante de China (2,3), según un estudio realizado por el Instituto de Investigación en Agricultura Orgánica (FiBL, por sus siglas en inglés), en 2016 .
Mendoza es la provincia que cuenta con mayor superficie de cultivos de vid orgánica certificada, mientras que la producción total de vinos orgánicos en el país durante el 2018 representó 6.398.260 litros, siendo la cepa Malbec la de mayor producción, tal como lo es de los vinos convencionales. En ese mismo año, la vid representó el 13% de los cultivos industriales orgánicos, detrás de la caña de azúcar (68%) y los olivos (15%).
El consumo interno total de vinos orgánicos en 2018 fue de 2.970 litros, lo que representa sólo un 0,05% sobre el total, mientras que más del 95% de los vinos orgánicos argentinos se exporta a la Unión Europea como destino principal representando el 75% de las exportaciones, seguido de EEUU (4%), Suiza (3%) y Japón (3%), de acuerdo al Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria -SENASA -.
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