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miércoles 24-04-2024

Viajar para vivir: la familia platense que hace 18 meses recorre América en camioneta

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Elizabeth, Sebastián y su hijo Neyen dejaron la ciudad en febrero del año pasado e iniciaron una travesía que propone conectar Ushuaia con Alaska. Viven en una Mitsubishi que ellos mismos acondicionaron y ya sumaron más de 25.000 kilómetros. Y esto recién comienza

Son las ocho de la noche de un viernes de julio en la ciudad de La Plata. Es la época del año en que las noches gélidas asoman temprano y se extienden más de la cuenta. A 5.000 kilómetros de distancia, en las playas de Pacasmayo, sobre la costa norteña de Perú en el Pacífico, el paisaje es otro. Son dos horas menos, el sol aún se resiste a esconderse y soplan aires más puros. Aquí están hoy Elizabeth, Sebastián y su pequeño hijo, Neyen, integrantes de una familia platense que hace más de un año dejó atrás una vida de horarios y rutinas para salir de viaje por Latinoamérica.

“Con Seba ya habíamos viajado antes de mochileros, en 2016, cuando recorrimos el norte argentino, Bolivia, Perú y Ecuador. Al volver nos quedó la idea de salir de nuevo en algún momento. Después nació Neyen y la dejamos un poco de lado. Hasta que empezamos a leer blogs y libros de viajeros, y nos re emocionamos de que era posible”, cuenta Elisabeth.

Hasta ese momento, sus vidas eran comunes y corrientes. Ella se desempeñaba como acompañante terapéutica, mientras que él se pasaba más de la mitad del día arriba de un camión. El mango no faltaba, es cierto, pero había algo que la rutina iba quitándoles poco a poco: el sentirse plenos y libres. Un día se miraron uno al otro y se preguntaron ¿por qué no? Y así nació la aventura de dejar todo y abrirse al mundo.

Luego de destinar unos ahorros en la compra de una camioneta Mitsubishi L300 modelo 96’, el primer paso fue ponerla en condiciones. Dinero para pagarle a alguien no tenían, entonces decidieron hacer un curso de carpintería para hacerlo ellos mismos. “A medida que aprendíamos el oficio, íbamos haciendo nuestra propia casa. En dos meses armamos toda la estructura y después fuimos comprando el panel solar, el tanque de agua, un conversor y otras cosas necesarias. La camioneta es totalmente sustentable”, explica la joven, de 27 años.

La travesía comenzó el 4 de febrero de 2018. Inicialmente incluyó algunas provincias argentinas (Córdoba, San Luis, Mendoza y Neuquén) antes de bajar a Ushuaia, punto de partida oficial. Desde allí comenzaron a subir, alternando algunos cruces a Chile, y atravesaron Buenos Aires, nuevamente Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy. Luego continuaron a Bolivia, después Perú y la marcha no parece detenerse.

El desafío será cruzar Panamá, continuar por Centroamérica, México, Estados Unidos, Canadá, y culminar en Alaska. Claro que no será sencillo: “El cruce a Panamá tiene un costo de 1.800 dólares, que es lo que hay que pagar para pasar la camioneta en un container. Visas no tenemos, pero pensamos resolver ese tema una vez que podamos cruzar”.

Mientras habla al teléfono, la voz de Elizabeth suene relajada, despreocupada. Dice que el viaje mismo la llevó a bajar mil cambios y tomarse la vida de otra manera. Que el secreto está en evitar las grandes ciudades y acercarse a los pueblos.

—¿Cómo definirías hasta el momento esta experiencia viajera?

—Mágica. Por los vínculos que se van generando en el camino o situaciones locas que se dan, como que gente que no te conoce te invite a comer a su casa, o que te regalen el arreglo de la camioneta desinteresadamente. Eso te saca de contexto porque no lo esperas. En un viaje todo es nuevo todo el tiempo, pasan cosas extraordinarias que en la rutina de lo cotidiano quizás suceden, pero no les prestamos atención. Uno cuando viaja vive el presente, el aquí y ahora, y las cosas que necesitamos aparecen en el momento justo. Creo que es un poco eso.  

Las formas de subsistencia de la familia son de lo más variadas. La principal es la venta callejera, que va desde cuadernos artesanales, pulseras y collares de macramé hasta budines, tortas o garrapiñadas hechas por Sebastián. Asimismo, durante el camino, Elizabeth brinda sesiones de terapias holísticas, aromaterapia, astrología y registros akáshikos (una suerte de viaje a las experiencias del alma).

Mientras tanto, ambos tienen un hijo de tres años al que crían a su manera. Si bien está en edad de ir al jardín de infantes, los planes que tienen para él son otros. “No desestimo la escuela, pero conociendo todos estos lugares él también aprende un montón. Los va vivenciando no solamente desde la lectura sino desde el estar ahí, de presenciarlos. Lo que tenes que aprender está acá. De todas formas, la idea es que en unos años se anote en algún sistema de educación on line”, asegura Elisabeth.

—¿Cómo fue para Neyen estar todo este tiempo en la ruta, yendo de un lugar a otro constantemente?  ¿Lo recepcionó bien?

Una de las cosas que más me sorprende es que se adaptó mucho más fácil que nosotros. Porque para él era algo casi natural. Al salir con casi dos años, no conoció lo que es tener ciertas obligaciones o responsabilidades. En cambio, uno como adulto ya tiene un montón de estructuras ya establecidas. Además, Ney es un nene re sociable. Siempre vamos a plazas o lugares de juegos para que se encuentre con otros niños y pueda compartir un rato con ellos. Todo eso es increíble.

La Mitsubishi L300 ya recorrió más de 25.000 kilómetros y es difícil pronosticar cuántos más sumará. Por lo pronto, Eli, Seba y Ney viven el día a día y periódicamente se encargan de compartir sus experiencias viajeras en Facebook e Instagram ¿Hacemos las valijas?

Periodista y locutor. Basquetbolista que nunca fue.
Nació en La Plata, el 30 de noviembre de 1989, una mañana en la que el “Boca Campeón” copaba la mayoría de las tapas de los diarios. Algo de eso debe haberlo marcado para amar a esos colores como hoy los ama. De pibe solía escuchar los relatos en Radio Continental y anotar en un cuadernito personal –boquense, claro- los resultados de los partidos de la fecha y escribir breves resúmenes. A veces, incluso, se grababa haciendo comentarios. Todo ese cóctel despertó su interés por los medios. En 2014 se recibió de Licenciado en Comunicación Social en la UNLP y, tres años después, de Locutor Nacional, en el ISER. Escribió –en coautoría- dos libros de entrevistas a músicos del rock argentino y trabajó como redactor en el servicio informativo de la Radio Red 92. Desde 2018, integra la cooperativa de trabajo Pulso Noticias y allí escribe sobre temas de cultura, medio ambiente y otras yerbas. Al día de hoy, sigue buscando –y poniendo en crisis- su lugar en el mundo de la comunicación.

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