El documental “Estoy acá (Mangui Fu)”, de Esteban Tabacznik y Juan Manuel Bramuglia que se estrena este jueves, cuenta la vida de dos amigos senegaleses que vinieron a vivir a Argentina en busca de un futuro mejor, pero con el peso del desarraigo y el dolor de no tener a su familia.
La cinta recorre los días de Mbaye y Ababacar, quienes debaten sobre lo positivo y negativo de Buenos Aires como dos figuras en un espejo que sólo muestra como parecido la amistad que los une, ya que ambos tienen pensamientos opuestos sobre el desarraigo.
Mientras que Mbaye recorre la ciudad con un maletín vendiendo bijouterie y sueña con volver a Senegal, Ababacar pasa sus días en un trabajo en blanco, con su novia argentina y pensando en cómo mejorar su vida en Buenos Aires, sin olvidarse de ayudar a su familia y a su hija, a quien sólo vio una vez en su vida.
“Comenzamos con el proyecto a finales de 2013 motivados por la curiosidad ante la fuerte y creciente presencia de estos nuevos integrantes del paisaje urbano de la ciudad. Nos llamaba mucho la atención que los africanos eligieran como destino nuestro complicado país y, por otro lado, que los medios no se hicieran eco de este nuevo fenómeno tan notorio”, dijo Bramuglia en una entrevista con Télam.
Télam: ¿Cómo conocieron a los protagonistas?
Juan Manuel Bramuglia: Primero conocimos a Ababacar en un Magal (celebración muride) y su historia nos llamó la atención por cómo se movía en la sociedad porteña y su fuerte compromiso para con su comunidad. Luego de que viajáramos a Senegal y conociéramos y filmáramos con Mbaye (íntimo amigo de Ababacar), nos pareció que su amistad condensaba bien todos estos aspectos que queríamos mostrar. Además, el vínculo que hicimos con ellos nos permitía llevar la cámara a su intimidad.
T: ¿Cómo vive la comunidad senegalesa o africana la contradicción que muestran los personajes?
JMB: De una manera similar. De hecho, las discusiones entre Ababacar y Mbaye son tema recurrente. Integrarse o no, traer o no para acá a sus esposas e hijos, hasta qué punto es válido el sacrificio por el bienestar familiar. Son cuestiones muy complejas por el nivel simbólico que estas cuestiones entrañan para ellos y es ahí en donde surge una riqueza a la cual buscamos darle un lugar central en la película.
T: ¿Cómo calificarían las acciones de las autoridades para la integración de los inmigrantes?
JMB: A partir de 2015 la cosa cambió mucho. Si bien la policía los hostiga desde hace ya varios años, ahora la situación se les complicó mucho más. Las persecuciones son más frecuentes y las vías para regularizar su situación migratoria se endurecieron.
T: ¿Cuán hostil puede ser Buenos Aires con los inmigrantes?
JMB: Muy hostil. Ya han circulado varios videos en donde se ve claramente la manera patoteril con que la policía los tratan y es algo que mucha gente ya sabe. La policía de la ciudad se comporta de una manera cruel, incluso. Han llegado a quitarles los teléfonos con los que se comunican con sus familias e incluso les robaron ropa y dinero. Es lamentable. Pero cierta cosa persecutoria es algo que está desde el comienzo. Antes, tal vez, podían arreglarlo de otra manera y había organismos dentro del Estado que los ayudaban en materia legal y los cuidaban de ciertos abusos por parte de la policía. Hoy, todo ese aparato está muy deteriorado y sus funcionarios se ven sometidos a presiones difíciles de manejar.
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