La caída ante Rosario Central por penales no debe opacar mucho de lo ocurrido en las últimas semanas, ni tampoco desviar a Gimnasia de su objetivo principal en esta temporada
Gimnasia volvió anoche a quedarse en la puerta de la obtención de un título. Y no por falta de merecimientos sino porque la historia se empecinó en volver a ser esquiva como sucedió otras veces luego de aquella última consagración en la Copa Centenario. El equipo de Troglio mostró determinación para poder triunfar en la noche mendocina pero el destino quiso que Rosario Central se alce con el trofeo.
En un partido que tuvo un primer tiempo parejo, al equipo tripero sólo se lo vio titubear en los minutos posteriores al gol de Canalla. Luego demostró concentración, entrega y momentos de fútbol como para poder ganar el partido. En el segundo tiempo fue más que su rival y no pudo aprovechar chances clara para anotar.
Y si de merecimientos hablamos no sólo hay que tener en cuenta lo ocurrido anoche. Las victorias ante Boca y River por el mismo torneo ameritaban un premio mayor para el Lobo. La mayoría de los equipos del fútbol argentino hubiesen quedado sin chances con un camino tan espinoso hasta la definición final.
Por eso, la mejor frase que se ajusta al momento actual del conjunto albiazul tal vez sea la que titula esta nota, “que el árbol no tape el bosque”. La caída ante Central por penales no debe opacar mucho de lo ocurrido en las últimas semanas, ni tampoco desviar a Gimnasia de su objetivo principal en esta temporada.
La derrota no debe hacer olvidar la revalidación, una vez más, del amor de su gente que copó el estadio José María Minella de Mar del Plata un miércoles, y luego hizo lo propio en el Malvinas Argentinas de Mendoza, un jueves. Unos 200 micros, 30 combis, vuelos chárter y cientos de autos particulares recorrieron los 1123 kilómetros que distancian a La Plata de la ciudad de los vinos más reconocidos del país.
Tampoco debe dejar del lado la tarea del entrenador Pedro Troglio, quien volvió con el propósito de sacar a Gimnasia de una situación comprometida y en pocos meses lo depositó en una final. El mismo Troglio fue quien les marcó el camino a sus dirigidos al finalizar el encuentro. El DT saludó uno por uno a los jugadores del equipo rosarino y esa actitud fue imitada por sus futbolistas.
“Lo vivo con dolor, siento orgullo de este plantel. La derrota es injusta, pero el fútbol es así. Me voy sin reproches”, resumió el entrenador del conjunto Mens Sana cuando finalizó el juego.
Y así como todo ello no debe ser opacado, tampoco se puede dejar de lado lo que ocurre en la Superliga, con un Gimnasia que arrancó bien en el torneo y que luego se fue cayendo, con rendimientos muy irregulares en cada fecha. La final no debe hacer olvidar las flojas actuaciones del equipo en condición de visitante y las derrotas claves a la hora de pensar en la permanencia como con Unión, Belgrano y Vélez.
También obligará al DT a pensar en los lugares claves en los que Lobo deberá reforzar a este equipo que llegó diezmado al final del año. Asimismo, la dirigencia deberá estar a la altura de las circunstancia para brindar piezas sustanciales que necesite el técnico, sin perder el ojo de la economía del club.
Son muchos los desafíos y las aristas para analizar y seguramente estas líneas se queden cortas. En la próximas horas, cuando empiece a pasar el impacto de la derrota, Gimnasia deberá utilizar todo lo maravilloso y emocionante ocurrido en la última semana para enfrentar el domingo a Huracán y poder quedarse con la victoria. Será más fácil si sale al campo de juego con la determinación con la que lo hizo anoche.
En Mendoza no alcanzó, los penales se lo negaron y, como dice la frase hecha, sólo hay un campeón. Y si no que le pregunten al propio Central, que se vio derrotado en tres finales de Copa Argentina para después poder celebrar. Cuando finalice el domingo será momento de descansar, enfriar la cabeza y planificar la mejor manera el camino para que la tabla de los promedios quede lo más lejos posible cuando termine la temporada.
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