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sábado 20-04-2024

Cuando te pierdes el respeto, eres tonto

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“Yo, Daniel Blake es un film extraordinario que llama a la solidaridad y la resistencia contra la derecha putrefacta que nos gobierna” asegura Ken Loach, el director

Por Melina Chain

La película del director Ken Loach, cuenta la historia de un carpintero de unos 60 años que atraviesa momentos difíciles intentando mantener su seguro de desempleo porque los doctores no lo dejan trabajar por sufrir graves problemas cardíacos. En las idas y vueltas para conseguirlo, Daniel conoce a Katie, madre soltera con dos hijos que también está penando las fallas de un estado ausente e injusto. Un estado cuyo único fin pareciese ser el de generar pobres y pobreza. Un estado inactivo y desmoralizante.

El camino elegido por el cineasta para representar este neoliberalismo atroz pierde credibilidad cuando decide virar de una problemática social sentida a un dramatismo cuyo fin es el de la lástima.

Al ver el film se percibe algo familiar, conocido; y su tratamiento apela a la sensibilidad del espectador que encuentra en la película un mundo desolador, dominado por las burocracias estatales y también por el constante avance tecnológico que deja por fuera a un gran sector de la sociedad. La vida del protagonista y de su compañera es un infinito padecer que nos genera lástima y empatía.

Esta obra tiene un acercamiento si se quisiera con las obras de Michael Haneke, porque todos sus personajes padecen grandes conflictos. La diferencia está en que Loach no quiere hacer sufrir a sus personajes, sino que los expone a ciertas problemáticas para luego, golpeados por las injusticias de este mundo, se despierte en ellos un sentimiento de lucha y rebeldía para así, salir a luchar.

Al ver la película no se puede evitar pensar en el falso debate en el que hoy estamos inmersos como sociedad. La tan famosa grieta a la que el macrismo apunta y que se supone, representa una diferencia entre el gobierno anterior y este. Esto no es más que una falacia de los medios de comunicación para colaborar con el gobierno de turno. Clientelismo mediático.

La verdadera grieta, la grieta que duele, es la que se da entre los ricos y los pobres; entre los poderosos y los que no lo son; entre los oprimidos y los opresores; entre los que tienen y los que no tienen; entre los desclasados y los que están dentro del sistema: entre todos los Daniel Blake que hay y el estado.

El repetitivo debate de esta falsa grieta de la que tanto se discute no es más que una nueva estrategia montada para que se reproduzcan y continúen las mismas formas. Lo que esto nos enseña es que para cuestionar realmente este sistema tenemos que poner la contradicción en el lugar que corresponde, pretendiendo un verdadero cambio.

Los que más ganan siguen ganando más y los que menos tienen, tienen cada vez menos. Por ello la única grieta y la gran contradicción fundamental tienen que ir en ese sentido, ese es el debate: querer cambiar realmente el sistema, que hoy por hoy deja afuera a muchísimos ciudadanos de la Argentina y del mundo en general; deja afuera a los pobres, a los desclasados, a los oprimidos y que cada vez concentra en menos manos el capital y las riquezas. Esa es nuestra verdadera grieta, y sobre ello tenemos que aprender, sentir e intentar modificar; saber siempre desde qué lugar nos posicionamos.

“Yo Daniel Blake” es un largometraje que apela a la imperiosa necesidad de mirar a ese otro, el que menos tiene; pero no desde un plano lejano o ficcional; sino desde el hoy ahora y real.

 

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