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sábado 20-04-2024

Tras 16 años comenzó el juicio a siete policías por la muerte de un joven en City Bell

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Es por el crimen en 2002 de Cristian “El Rusito” Pérez.  Con un sinfín de irregularidades policiales y judiciales, quisieron hacer pasar su muerte como un suicidio

Dicen que la justicia lenta no es justicia. En el peor de los casos, es preferible la tardanza antes que la impunidad. Y este es el peor de los casos. La muerte del joven Cristian Pérez en 2002  fue caratulada como “suicidio”. Pero “El Rusito” no eligió quitarse la vida: lo “suicidaron”. Ayer, 16 años más tarde, empezó el juicio en el que cuatro policías enfrentan cargos por homicidio agravado y otros tres por encubrimiento.

La mañana del 14 de octubre de 2002 “El Rusito” Cristian Pérez fue arrollado por un tren a la altura de City Bell.  Según constancias de la causa, un día antes de su muerte, Cristian Pérez, que por entonces tenía 18 años, fue detenido en la comisaría 10ª después de atropellar con su auto al hermano de un policía.  

Un rato después de la detención, el joven fue trasladado al Cuerpo Médico de la policía, en la calle 38 entre 7 y 8.  A las 5:50, se labró un acta consignando “lesiones leves”. Ese documento no tenía la firma de Cristian, pero el acta de extracción sanguínea -que se hace en simultáneo- sí aparecía suscripta por él. Sin embargo, la pericia caligráfica estableció que era una firma falsa.

“El contrato donde se certificó la firma de Cristian, que digamos parece una cuestión accesoria, fue central dentro de la causa. Nosotros teníamos que develar el funcionamiento policial para poder deducir lo que había pasado con él”, explicó después de la primera jornada del juicio la abogada Sofía Caravelos, del equipo jurídico del Colectivo de Investigación y Acción Jurídica (Ciaj).

Aquella madrugada del 14 de octubre de 2002 Cristian fue devuelto a la comisaría 10ma., donde lo interrogó Alejandro Pavela, el policía cuyo hermano había sido atropellado. A las 6:20, figura en el asiento del libro de Guardia que Cristian había sido dejado en libertad: también se comprobó que era falso. A las 8:10, su cuerpo fue arrollado por la formación a la altura de City Bell.

Los maquinistas del tren declararon que no pudieron evitar el desenlace porque Cristian porque yacía “inmóvil” sobre las vías. Aseguraron haber vivido otros suicidios antes, y que en esas experiencias las personas siempre intentaban moverse en los segundos finales. Otros cinco testigos que declararon en el expediente vieron a una o dos camionetas policiales detenidas un rato en la zona donde apareció su cuerpo sin vida. Además, un testigo de identidad reservada, identificó a cuatro efectivos que bajaron un bulto de la camioneta.

Los cuatro efectivos que 16 años más tarde llegaron ayer al banquillo del tribunal oral y Criminal Nº2 de La Plata por homicidio agravado son: David Alejandro Koenig –que  llegó al juicio en libertad -, Juan Alejandro Pavela, Rubén Eduardo Lago y Juan Marcos Condoleo. Los tres policías que están siendo juzgados por encubrimiento agravado son Pedro Oscar Djurasek –sumariado además por torturas en una comisaría de Quilmes-, Jorge Alberto Luna y Miguel Ángel Álvarez.

Durante esta primera jornada del juicio declararon familiares directos de Cristian: su tía, María Beatriz Pérez; su madre, Susana Mabel Córdoba; y su abuela, Heidel Marie Cejrowaska. Las tres mujeres dieron cuenta del irregular procedimiento policial: cuando todavía no se había retirado el vagón de encima de Cristian, uniformados se hicieron presentes en el domicilio de los Pérez para anunciar que su hijo se había suicidado. “Nosotros sabemos que por el horario  que constituyeron los peritos todavía no podía determinarse quién era la persona, y mucho menos la causa de muerte”, explicó la Dra. Caravelos.

Un turbio paseo judicial

Si estuviera vivo, Cristian hoy tendría 34 años. Para que su muerte llegara a juicio tuvieron que pasar 16 años y  cuatro fiscales: el primero fue Leandro Heredia, que fue destituido la semana pasada por un jury por cometer irregularidades en 50 causas judiciales. Le siguió Tomás Morán, que hoy está detenido involucrado en la causa por asociación ilícita contra el juez César Melazo, también detenido y quien también obstaculizó pruebas fundamentales en la investigación de Cristian. Le siguieron la fiscal Betina Lacky y el fiscal Marcelo Martín, quien finalmente elevó la causa a juicio.   

El testimonio que brindó ayer la abuela de Cristian explica, en parte, por qué durante tantos años naufragó el expediente. “Mencionó varias irregularidades. La primera es que fue engañada por el Ministerio Público diciéndole que era ella la que tenía que conseguir las pruebas. Ella le iba planteando los detalles que encontraba, que no eran menores. Por ejemplo, le contó al fiscal Morán que Cristian hacía changuitas para la policía: llevar bienes que había en la comisaría, entendemos que robados, a unas quintas que después se enteró que fueron allanadas por la DDI y se encontraron pertenencias robadas”, contó Caravelos.

Durante años, Heidel acudió a la oficina de Morán dos veces por semana, pidiéndole novedades en la investigación. Morán se negó a hacer una pericia de ADN sobre los pelos que se encontraron en las manos de Cristian luego de que fuera arrollado por el tren. “relató cómo la policía le llevaba sobres con dinero a la oficina del fiscal. Supo que tenían dinero cuando uno se le cayó adelante de ella. Es más, Morán le dijo: quién le va a tocar el culo a la policía. Evidentemente, tenía relaciones muy cercanas con la policía que hacían que esta causa no avanzara”, resumió la abogada querellante.

La abuela de Cristian asumió un rol fundamental en la investigación: fue ella quien ubicó a personas que aportaron información sobre el caso, y comprometieron a los policías de la Comisaría 10ma. Cuando ella le planteó que la causa no avanzaba y no tenía dinero para un abogado, Morán le respondió: “para que querés un abogado”. Fue entonces que Heidel se contactó con el Ciaj, siete años después de sucedidos los hechos.

En diálogo con Radio Provincia, el padre de “El Rusito” pidió que “espero que por fin se haga justicia. Hace 16 años que estoy esperando esto con mi mamá. Ruego a dios que estos malvivientes que le sacaron la vida a mi hijo se pudran en la cárcel”.

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