Cada domingo más de 100 mujeres se instalan en la feria de canje del barrio El Churrasco, en la que intercambian ropa por alimentos. “Leche y huevos es lo que más se busca, es oro acá”, señaló una de las organizadoras
Por David Barresi
Cae la tarde de domingo en el barrio El Churrasco, un centenar de mujeres levanta los puestos ubicados en la plaza situada en 115 y 522, al lado de la canchita de fútbol infantil del Club Comodoro Rivadavia, tras haber estado ahí desde el mediodía. A simple vista podría tratarse de una feria al aire libre, al igual que las que se instalan en distintos espacios verdes del casco urbano platense. Sin embargo, hay una diferencia concreta: acá no circula dinero, rigen los códigos del canje y la solidaridad.
Hace dos años, un 1º de mayo, Paula Reinaldi impulsó una feria del trueque, como forma de organizarse entre un grupo de amigas y vecinas para enfrentar la inflación y el desempleo. Como sucedió entre fines de los años 90 y principios de 2000, el canje vuelve a ser una necesidad manifiesta para sobrevivir, y también para crear lazos de unidad y solidaridad.
“Somos un grupo de pibas que estamos todas unidas, estamos pasando la misma situación”, relató a Pulso Noticias la organizadora del espacio y señaló que empezaron siendo alrededor de 30, para pasar a ser ahora más de cien puestos en la plaza, y más de mil mujeres a través del grupo de Facebook que utilizan para contactarse. “Este año aumentó un montón. En la página hay 1.700 pibas. Está viniendo gente de Punta Lara, Ensenada, Berisso, Romero, Sicardi”, señaló junto a su amiga Jorgelina, con quien lleva adelante la iniciativa.
En la feria se intercambia fundamentalmente ropa (usada o nueva) por alimento, aunque también prenda por prenda o comida por comida. El valor de la indumentaria que se canjea no puede exceder los $150, para mantenerlo en un nivel accesible. A través de la mencionada red social, las participantes van anunciando qué elementos van a canjear y en algunos casos ya previamente van cerrando los acuerdos.
Lo más buscado es la leche en polvo y los huevos. “Eso es oro acá”, afirma Reinaldi. También fideos, polenta o puré de tomate. Algunas mujeres elaboran churros o facturas que luego intercambian por ropa u otro tipo de productos. Se puede encontrar a su vez, elementos de limpieza o de aseo personal (como crema de enjuague o shampoo). Hasta garrafas se han intentado intercambiar a través de la página.
Lo que se le pide a las puesteras es que dejen un producto a las organizadoras, con los que luego arman bolsas separándolos de a diez y las sortean entre las asistentes. También piden la colaboración de $1 por puesto para la persona que hace la limpieza del predio una vez que se termina la jornada.
Situación difícil
La desocupación femenina en el país alcanza el 10,6% de la población económicamente activa. En la ciudad, entre las jóvenes el porcentaje de desempleo llega al 20,4% (mientras que en los varones es de 13%). A su vez, según los números del Indec para el primer trimestre del año, en la región hay un 15,9% de los hogares en situación de pobreza (casi 50.000 viviendas), significando el 23,1% de la población local (aproximadamente 200.603 personas).
“Con el trueque que hacen el domingo algunas pibas capaz que comen toda la semana, hasta llegar al otro domingo, hay otras a las que les alcanza para tres o cuatro días. Ellas mismas te lo dicen, que tienen que estar vendiendo la ropa de sus hijos para poder tener para comer”, describe Reinaldi, que conoce de primera mano esas necesidades. “Tengo un merendero para más de 40 chicos, que abre todos los días. La situación que estamos pasando es jodida”, destacó y agregó: “Hay gente que ya ha participado de los trueques en 2000, o en 2001, y gente que está ahora pasando la misma situación, que estuvo bien económicamente y ahora viene acá”.
Cuenta además que la fueron a ver otras mujeres para que les ayude a armar el trueque en otras zonas cercanas. “Yo las impulso para que lo hagan, que persistan aunque al principio no vayan muchas personas, porque igual la necesidad es mucha”, señala y afirma que si se generaran más canjes otros días de la semana “sería mucho mejor, porque le sirve a las pibas”.
Afirma que sólo recibe ayuda del Hogar El Ángel Azul, pero nada de parte del Estado y desconfía de cualquier representante político que se acerca. “Yo acá no quiero políticos, no quiero nada. Vienen acá a querer hacerse ver con la gente. Si quieren venir, que vengan al merendero a hacer política, no con la gente del trueque”, se planta.
Ahora cada domingo está organizando también una olla al mediodía previo al inicio de la jornada de canje. Además, en las últimas semanas pidió que acerquen juguetes usados. La intención es repartirlos en el festejo del Día del Niño que realizarán el domingo 26, para los hijos de las mujeres que participan del trueque. Con ese mismo fin realizarán este viernes 10 una peña en 166 y 522.
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