La crisis económica impacta en el andamiaje diario de la sociedad platense. Pobreza, indigencia, desocupación e imposibilidad en el acceso a una vivienda digna, al tope de las disparidades sociales
La llegada de Mauricio Macri al poder en diciembre de 2015 generó una esperanza para un gran sector de la población de acabar con las desigualdades sociales que consumían a buena parte de la sociedad. Sin embargo, con 31 meses de gobierno, la realidad indica que las disparidades sociales se han incrementado al ritmo de la inflación y de una crisis económica que no se detiene.
Un caso singular se da en el Gran La Plata, un aglomerado urbano donde según datos oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) viven 866.798 personas distribuidos en 313.086 hogares, marcando las claras deficiencias sociales existentes entre los que más y los que menos tienen.
Las últimas cifras del organismo público señalan que durante el primer trimestre de este año el 15,9% de los hogares de la región son pobres, con el agravante de que este número significa el 23,1% de las personas. Yendo más a fondo, esto significa que existen 200.603 personas repartidoas en 49.825 hogares sumergidos en la pobreza.
Por su parte, el 2,2% de los hogares y el 2,5% de las personas se hallan en la indigencia, lo que representan 21.854 ciudadanos en 6.870 casas que viven en la más absoluta de las carencias. Sumando todos los números, el 25,6% de los platenses (222.457 personas) logra subsistir miserablemente sus días, pasando hambre y restricciones personales.
Tan mala es la situación imperante en la región desde el punto de vista social que existen 164 villas miserias o asentamientos precarios, donde viven alrededor de 28.000 familias que conviven sin agua, cloacas, luz eléctrica o gas natural, sufriendo todo tipo de necesidades.
Sin trabajo y amontonados
La falta de un trabajo y de un techo digno son dos de los factores que más preocupación causas. En el Gran La Plata, en los primeros tres meses de 2018, el número de desocupados ascendió al 7,8%, es decir, 32.000 habitantes se encuentran sin trabajo, mientras que la subocupación alcanzó al 10,1% afectando a 40.000 habitantes en condiciones de trabajar, lo que hace que sean 72.000 los platenses con inconvenientes a la hora de conseguir o poseer un trabajo seguro.
Desmenuzando los datos oficiales, se desprende que el sector más afectado por el desempleo es el de los jóvenes de 18 a 29 años, que trepa al 16,7% de desocupación, un 114% más que la desocupación general en la región. Hoy, los datos son letales: el 41% de los desocupados de la región son jóvenes, es decir, cuatro de cada diez personas sin trabajo son menores de 30 años.
Como sucede en otros ámbitos, la desigualdad social toca más a las mujeres que a los hombres, ya que a nivel global la desocupación en los varones es del 5,7%, mientras que en el ramo femenino asciende al 10,6%. En los jóvenes esto se incrementa, ya que en los hombres de hasta 29 años el desempleo llega al 13%, mientras que en las mujeres trepa al 20,4%, algo totalmente diferente en la franja etaria que comprende de los 30 a los 64 años, donde en los hombres la desocupación alcanza el 2,4% y es de un 9% entre las mujeres.
A esto se le agrega que en los varones jóvenes el desempleo es un 128% superior, mientras que a nivel general femenino, en las mujeres jóvenes el desempleo es un 96,3% más. Si se toma la desocupación que engloba tanto hombres como mujeres, en las jóvenes es un 161% más que el total general; y en los hombres jóvenes es un 36% más.
Al grave problema de trabajo se le suma la imposibilidad de la mayoría de los platenses de acceder a una vivienda digna. El 20% de los platenses alquila la vivienda donde mora, y si a eso se le suma que son casi 30.000 las familias que viven en asentamientos precarios y villas miserias de la región, casi 1 de cada 2 platenses se encuentra en casas no acordes a sus necesidades elementales.
Así, se multiplican fenómenos como el de 2 o 3 familias viviendo juntas en una casa para poder de esa manera hacer frente a sus gastos, como también las familias que se endeudan hasta el límite de sus posibilidades en financieras, sacando créditos a altas tasas de interés para pagar alquileres y poder mantener un mínimo status de vida.
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